Mientras Fran Vázquez, todavía tímido a pesar de su aventura de siete años lejos de Málaga, se dirigía al medio centenar de asistentes que pobló su presentación en la sede de la Caja en Acera de La Marina, su hijo Aitor, rubio, risueño, con dos mofletes que no le caben en la cara y ojos claros, llenos de paz, sonreía sobre los brazos de su madre, Ana. «Mira, papá está hablando», le decía ella, también feliz por la vuelta de su marido Fran a casa. «Soy un malagueño más», decía en ese instante el pívot de 2,09 metros, que aterriza en Málaga para coger la bandera de la ilusión e izarla como el nuevo símbolo del Unicaja.

El «malagueño» de Chantada (Lugo) acaba de cumplir 29 años y regresa a casa en plena madurez. Decía el presidente del club en su introducción que Fran es «el mejor pívot español fuera de la NBA». Y no le falta razón. Si Fran no juega hoy con la selección de Scariolo ante el Dream Team de Estados Unidos es, simplemente, porque no hay química con ese grupo. Si no lleva años en Orlando es, simplemente, porque no le ha inspirado el sueño NBA. Y si no fue presentado ayer por el Besiktas turco fue, simplemente, porque él quería jugar aquí.

«Trabajaré para darle a la afición la alegría que se merece. La presión es buena, la siento, y espero hacer algo grande por este equipo. Trabajaré duro para que disfrutéis con mis mates y con mis tapones», se presentó el pívot, que ha protagonizado el fichaje del verano al cambiar el Barcelona por el Unicaja.

Cuando Fran se marchó al Akasvayu Girona por un millón de euros en el verano de 2005 era el encargado de ayudar a «Miguelillo», el antiguo responsable de material en el Unicaja, en los viajes del equipo. Es tradición que el último canterano en llegar, el más joven, le eche una mano a «Migue» -ahora es Jorge- en los desplazamientos. Así lo ha hecho Álex Abrines esta misma temporada, hasta que se le cayeron los anillos y fichó por el Barça a espaldas del Unicaja. Y Fran también realizó esa función. «Desde aquello han pasado muchos años y he trabajado mucho, en lo físico y, especialmente, en lo mental. Es importante la cabeza. Tengo mucha experiencia y vengo a ayudar al equipo», explicó.

Sigue siendo tímido y sencillo. Pidió públicamente disculpas por llegar 20 minutos tarde, acompañado por su mujer y su hijo, además de sus suegros y su representante, José Cobelo. Agradeció al Barça los años que ha pasado en la Ciudad Condal y ofreció un alegato de su malagueñismo: «Me siento de aquí. El Unicaja me dio la oportunidad de crecer y de jugar al máximo nivel. Recuerdo que cuando debuté temblaba de los nervios que tenía. Ahora vengo muy motivado».

El director deportivo, Manolo Rubia, trató de ponerle en contacto con Jasmin Repesa, su nuevo entrenador, pero la conversación no fue posible. Como el técnico confesó hace unos días en estas páginas, Fran era su prioridad para el juego interior, el primero de su lista. «He jugado contra sus equipos y Rodrigo de la Fuente -excapitán del Barça que ha estado a sus órdenes- me ha hablado muy bien de él. Todo lo que me ha dicho es bueno. Conozco bien a Sergi (Vidal) y también he visto jugar a Simon. Haremos un buen equipo», relató.

Los pitos del Martín Carpena se transformarán, a comienzos de octubre, en vítores. «La afición se merece una alegría, el ambiente en el Carpena es diferente al del Palau y disfrutaré con ellos".

Vázquez portará el número 17 en la espalda. Campeón de la Euroliga 2010 y de la ACB en 2009, 2011 y 2012, además de las Copas del Rey de 2005 (con el Unicaja) y 2007, 2010 y 2011, siempre con el FC Barcelona, el pívot internacional, drafteado por Orlando en el puesto 11 del sorteo de 2005, se convierte en el nuevo estandarte del Unicaja. Ahora es el club quien debe rodearle muy bien. Mejorar y reforzar su talento, sus largos brazos y sus muelles en las piernas, para que dé el resultado esperado junto a un equipo ganador.

Aitor, el hijo de Fran, lo vio en primera fila en brazos, en ese momento, del agente del pívot, José Cobelo (representante en España de Roko Leno Ukic), junto a Ana, la mujer del jugador, y los padres de su esposa. Foto: Francis Silva