Fran Vázquez pateó con fuerza una silla, cogió una toalla con rabia, la sacudió y se sentó en el banco. Curro Segura había pedido tiempo muerto. 6-13 para el Madrid en 5 minutos clavados. El ADN ganador de Fran y de cada integrante de este equipo se chocó ayer de frente contra un Real Madrid mucho más conjuntado, que sabe a lo que juega y que se proclamó campeón del II Torneo Internacional Costa del Sol, organizado por la Diputación Provincial.

No debe el Unicaja, bajo ningún concepto, caer en el desánimo y la decepción. Palmar ayer entraba dentro de lo lógico. Lo que no debe el equipo es confundir la velocidad con la precipitación. Está muy bien que en el ideario de juego malagueño la primera intención sea siempre la de rebotear y correr. Pero cuando esa velocidad se convierte en precipitación, en rifar balones a la carrera, el equipo va a sufrir. Mucho más en estos instantes de pretemporada, con pocos entrenamientos, y ante un rival del potencial y la calidad del Madrid. Y eso es lo que pasó en muchos momentos ayer, con pérdidas estúpidas, especialmente en la primera mitad del choque de ayer en Antequera.

Enmendó Curro Segura la salida atolondrada de los suyos con Calloway y Lima. El base aportó identidad y control. El brasileño, intensidad y puntos (15-16). Con un Unicaja que tenía en pista a tres canteranos -Lima, Conde y Todorovic-, se cerró el primer cuarto con 15-20. Dos triples anotó el Unicaja en ese intervalo, sólo uno menos de los que transformó ante el Cibona en todo el partido (3 de 11). Y tampoco estaban en pista ni Vidal ni Simon. Ya les dije el viernes que se escribirán ríos de tinta sobre la historia del tirador.

Con los niños en pista, el Madrid tuvo suficiente con mantener alejado del aro a Gist (su primera canasta llegó en el minuto 17) y cortando de raíz las transiciones verdes. El Unicaja repitió algún automatismo de Fuengirola, con dos bases juntos -Williams y Calloway-, y continuas penetraciones del americano tratando de doblar el pase, pero sin encontrar soluciones. Sin referente anotador no hubo manera (19-31, min.15). Al descanso, la cosa no mejoró en absoluto: 28-43.

El Madrid, jaleado por el Fernando Argüelles como si Antequera fuera municipio de la comunidad madrileña, hizo de su capa un sayo y dictó su ley. El Unicaja dio facilidades. Estamos en pretemporada. No se trataba de mirar el marcador, sino de ir haciendo grupo y absorbiendo conceptos. No hubo ni rostros de preocupación ni malos rollos.

Como la diferencia era bastante sonrojante, Segura cambió de idea sobre la marcha. Vale que la pretemporada está para probar. Pero irte a casa con 20 ó 30 puntos en contra no le agradó al granadino. Así que para no hurgar en la herida bajando por la autovía desde El Torcal hasta la Costa del Sol, el granadino decidió jugar toda la segunda parte con los ocho profesionales que tiene disponibles. Sólo introdujo a Todorovic, que no desentonó en absoluto... todo lo contrario.

No le importó la alarmante baja forma de Perovic ni la facilidad para ver aro de Mirotic. Dragic atacó a Rudy en ataque y le sacó 11 puntos en el tercer periodo. Pero el Unicaja fue incapaz de acercarse a un Madrid muy superior, liderado por un increíble Mirotic.

Williams jugó amordazado, incómodo, y le pesó. Vio aro, pero no repartió para el equipo. El Unicaja tuvo que jugar siempre en estático y eso, a estas alturas del verano, es peor para el equipo que tener siete exámenes de recuperación ahora para septiembre. No logró bajar de los 10 puntos de desventaja en todo el parcial (47-61), algo que se produjo después de mucho tiempo, a 7:18, con el 54-63. Cuando sucedió, Rudy hizo acto de presencia y asistió a Felipe. Y asunto resuelto. Paliza final (65-82), aunque no lo sonrojante que se atisbaba al descanso.

Hay que hacer borrón y cuenta nueva. El Unicaja está verde, verde, verde... No debe cundir el pánico. Pero sí aprender la lección y continuar trabajando con más fe.