Pues no. No está todavía el Unicaja para muchos trotes. Ayer quedó claro en Bilbao. Lo del pabellón de Miribilla fue un test demasiado exigente para lo que este equipo puede soportar todavía en el segundo mes de competición. Los chicos de Repesa están para asaltar pistas del tipo de Fuenlabrada, Prokom o Chalon (espero), pero todavía les queda recorrido para plantar cara a rivales del estilo de este Gescrap, por mucho que Aaron Jackson o Marco Banic ya sean historia en el róster de los «hombres de negro».

El equipo jugó entre mal y muy mal. Sobre todo tras el descanso. Atrás y delante. La mejor defensa de la Liga encajó ¡¡82!! puntos. No se ganó la lucha por el rebote (38-33). El porcentaje de acierto en el tiro de 3 fue de un paupérrimo 27%. Zoric, el jugador interior más fiable del equipo en Miribilla, se cargó muy pronto de faltas. Sólo Marcus Williams (13) fue capaz de superar los 10 de valoración. Los pívots volvieron a defraudar por su baja aportación y por su casi nula presencia en el juego ofensivo...

Pero por encima de todo empieza a ser algo más que preocupante lo de los tiros libres. No conozco a ningún equipo en el mundo capaz de ganar nada mejor que un torneo de verano con un 68% de acierto en los tiros libres. Ayer, el Unicaja cedió 7 en Bilbao (15/22). Ir a la línea de 4.80 no puede ser un suplicio. Que te hagan una falta debe ser sinónimo de alegría y no de angustia. El equipo debe, desde luego, mejorar mucho en este aspecto del juego. Si no, vendrán tiempos complicados.

Al margen de todo, la derrota no debe variar las expectativas. No tiene ningún sentido, desde luego, perder la fe en el nuevo proyecto verde por caer en la sexta jornada de Liga, fuera de casa y contra un rival de los de tu Liga. Además, es cuestión de tiempo que el Unicaja crezca y cambie su cartel actual de aspirante por el de candidato. Porque igual que ayer no hubo ninguna opción, estoy seguro de que dentro de unos meses la película será otra muy distinta. Ya se sabe que en noviembre se ganan partidos y en mayo, eliminatorias. Y el objetivo del Unicaja debe ser prepararse para que cuando llegue la primavera, todo sea distinto. Ya lo decía Sergio Scariolo para explicar sus habituales malos inicios de temporada: «los títulos no se ganan en noviembre»... Gran frase.

Es verdad que el equipo llegó a la capital vizcaína con seis victorias seguidas y parecía que con opciones reales de seguir sumando, pero no se puede negar tampoco que había ciertas sombras en su juego reciente que presagiaban que el desenlace podía ser el que realmente fue. Además, el Gescrap había ganado también sus últimos cuatro partidos, jugaba en casa y había superado ya en su ambiente al Estudiantes y al Barcelona. Suficientes motivos como para pensar en que para ganar en Miribilla habría que jugar muy, muy bien. Y claro, si ante el Alba Berlín y ante el Manresa, los dos últimos partidos, el Unicaja no lo había hecho, por qué esperar ayer otra cosa...

No hay excusas: el rival fue mucho mejor durante los 40 minutos de la matinal dominical. Estuvo por delante casi todo el partido, dominó el rebote, tiró a canasta con mejores porcentajes y, además, encontró en su center, Lamont Hamilton, el jugador más determinante del partido (rotura de tablero al margen), con 19 puntos, 7 rebotes y 22 de valoración. Fue imparable para los pívots cajistas y una de las claves de que la derrota fuera más abultada de lo deportivamente correcto.

Porque quizás ese -17 del marcador final (82-65) es la peor noticia de la derrota. Tiene pinta de que el Unicaja y el Gescrap Bilbao van a jugar la misma Liga, ésa que estará por detrás de la que disputen Real Madrid y Barcelona (si los culés espabilan), y que tendrá como compañeros directos de viaje a rivales como Valencia, Caja Laboral y alguno que otro. La derrota por tanta diferencia en Miribilla obligará, sí o sí, a tener que sumar más victorias que los de Katsikaris al final de la Fase Regular. Si no, en caso de empate, ellos tirarán para arriba y los verdes para abajo en el escalafón liguero.

Pero hoy toca ya pasar página. El jueves espera el Chalon de Francia en la Euroliga. Segunda salida seguida de las cuatro que esperaban al Unicaja (todavía habrá que visitar San Sebastián y Tel Aviv). Los números son, por ahora, más que buenos: 4-2 en la Liga Endesa y 3-1 en la máxima competición continental. No hay tiempo para las lamentaciones. Sólo para entrenar y mejorar.