Le costó al Unicaja soltarse, centrarse y jugar un poquito al baloncesto, que al fin y al cabo es de lo que se trata. Casi 27 minutos duró la penitencia verde, en una demostración inicial de impotencia, de errores, de ataques estáticos sin sentido, de desdichas y desmanes. Fue duro digerirlo. Fue complicado aguantar en la despoblada y fría grada del Carpena. Paciencia, parece que es la palabra. Para equilibrar el proyecto y el equipo. Y tras esos 27 minutos de ofuscación y hastío, el Unicaja encontró la tecla, le vino la inspiración, aparecieron las musas.

Repesa, tras sus mil y una rotaciones, encontró el quinteto, al que sólo le aplicó algo de cordura. Tíos intensos atrás, como Lima, un «cinco» puro como Perovic, y jugadores completos, como Vidal y Urtasun, que rindan en defensa y ataque. Y desde atrás, desde el esfuerzo colectivo, defendiendo, encontró el Unicaja su razón de ser. Una ventana por la que asomarse, un clavo ardiendo al que agarrarse en estos momentos duros e inciertos, con la Copa tan lejos, pero, al mismo tiempo, tan cerca.

Con 43-45, en el momento ya reseñado, regresaron las sensaciones positivas al Palacio. La brecha creció al final del tercer cuarto (57-49) y la resonancia se amplió más y más: 62-51, 68-53...

Ayudó el CB Canarias, poquita cosa, con ocho jugadores, aunque con las ideas claras, las limitaciones evidentes y el trabajo como único fin. Y con esas armas, con tan poquita cosa, se mantuvo por delante esos casi tres cuartos de partido. Hasta que se encendió la bombilla malagueña y brilló de nuevo el equipo, a la espera de rendir al nivel mostrado al final ante un conjunto de mayor nivel.

Sigue buscando un líder, un tío diferente, constante, que sea importante en las dos canastas. Quizá Sergi Vidal ayude en esa labor, en la que Williams se prodiga en ataque, ayer con el partido ya ventilado y sin resistencia delante. Apariciones esporádicas de Zoric, Dragic y hasta de Lima, con su energía habitual, y Perovic. Calloway mostró ayer algo más, tras un mes sombrío. Aspectos individuales, que deben hacer grupo y piña, que tienen que conformar un equipo que, por el momento, sigue sin aparecer.

Era importante ganar ayer porque se daba por hecha esta victoria en el camino hacia la Copa de Vitoria. Pero los tinerfeños llegaban con cuatro triunfos en seis partidos, una dinámica opuesta a la del Unicaja. Y de ahí, quizá, esas dudas, esa manía inexplicable de no jugar a nada, de no tener las ideas claras, de hacerlo todo tan difícil, tan complejo.

Respiró el banquillo -Carlos Jiménez se estrenó como asistente-, también el palco, con el consejo de administración al completo. Y la gente que vino al Palacio, la poquísima gente que combatió a la niebla, se lo pasó muy bien en el tramo final, tras sufrir como condenados antes.

Es cierto que las victorias ayer de Estudiantes ante Gran Canaria y, especialmente, la de Blusens Monbus en Barcelona, no ayudan en la lucha copera. Hay ahora un cuádruple empate en la séptima posición, pero el average echa al Unicaja hasta la novena, por detrás de Barça y «Estu», y por delante del Obradoiro. Y con un Unicaja-Barcelona este domingo en el Carpena, a las 12.40 horas (ya es oficial el pase del encuentro a la mañana), los dos con un balance de 7 triunfos y 6 derrotas. Y la obligación, de ambos de sacar adelante el encuentro.

Hubo un detalle muy curioso y que quizá pasó inadvertido. A Repesa se le vio ayer menos hiperactivo que de costumbre. Vio de pie el partido y gesticuló y estuvo más tiempo dentro que fuera de la pista... hasta ahí la normalidad. Pero luego no hubo ninguna gran bronca, excesos, escenas a las que el croata nos tiene acostumbrados. No traspasó esa línea de lo exagerado y se quedó en un Repesa algo ligh, menos histérico. Parece una tontería, pero yo creo que al Unicaja también le vendría bien ese cambio de actitud. Al fin y al cabo, los equipos son reflejos de los entrenadores. Y el Unicaja necesita ahora más reposo, menos rarezas.

Por el partido pasó inadvertido James Gist, quizá en su última aparición vestido de verde, pues se negocia un «cambio de cromos» con Andy Panko, del Panathinaikos. A Gist, como a Fran Vázquez, les veo totalmente desaprovechado ahí en la pintura, donde sólo genera Zoric. A Fran le hemos visto salirse, literalmente, en el Barça, donde ahora lloran su ausencia, porque el gallego es un superclase, un pívot de otro nivel. Y Gist no tan malo como parece, claro que no se le puede pedir que juegue de espaldas al aro, que resuelva con talento y que lea el juego. Sus virtudes han quedado enterradas, y los números le condenan. Como con Fran.

Como no hay viajes, el Unicaja podrá preparar durante los tres próximos días el encuentro ante el Barça, un Barcelona que llega a Málaga muy tocado, aunque eso le hace ser aún más peligroso. Quizá el domingo se llene por primera vez el Martín Carpena. La ocasión, desde luego, lo merece. Debe aparecer el mejor Unicaja, pero no a ratos, sino de principio a fin. Ser constante, solidario, duro atrás y eficaz ante el aro contrario. La victoria vale casi media Copa.