Lo peor que le puede pasar a un equipo es que no compita. Todo lo demás es perdonable. Puedes tener un día tonto en el tiro, y no meterlas ni dentro ni fuera, como le pasó a Luka Zoric en el comienzo -si mete las cuatro bandejas otro gallo hubiera cantado- y a los tiradores del Unicaja en toda la primera parte. Puede haber un despiste. O incluso dos. Y hasta tres. En las marcas, en los cambios de hombre, en una puerta atrás que te comes o un bloqueo que no pasas. Hasta cabe la posibilidad de regalar balones y posesiones. Pero si tu rival, se llame Valencia, Blusens o Zalgiris, te defiende... Amigo, tú tienes que defender más. Si te pegan dentro de la zona, tú debes ser más duro. Si te hacen una presión en saque de fondo, sé agresivo y mejórala. Y si tienes el día tonto y no la metes ni en el hidromasaje de casa... O eres duro de cabeza o te van a pasar por encima y te van a pisar como a un cigarrillo que ya se ha consumido.

El Unicaja se vino abajo de una manera lamentable. Y perdió los papeles en la despedida del año. No sé si es falta de mentalidad, pero deduzco que no, porque la plantilla sabe lo que hay en juego. Es consciente de que no ir a la Copa es un palo muy serio, un objetivo que hay que cumplir. Lo que uno comienza a sospechar es que puede que haya gente que mentalmente no esté capacitada para logros mayores y exigencias elevadas, para retos que no han estado acostumbrados a asumir durante su carrera.

Meter 8 puntos en el primer cuarto es de risa. Repetir esos 8 en el segundo y llegar con 16 al descanso es realmente imposible de digerir. No es cuestión de nombres propios -mucho menos ahora, que no está ya Gist para cargarle el muerto-, sino del colectivo, del grupo. Y del líder de ese equipo, de Jasmin Repesa. Hubo un momento curioso. Con 23-10, a 7:30 del descanso. Resulta que el croata quitó a Dragic y, cuando fue a echar mano del banquillo, sólo vio a Urtasun, que entró a pista. Se quedó con una cara como diciendo: «Es lo que hay, no tengo otra cosa». Repesa, antes de la visita del Blusens, miró, en el vestuario, a los ojos, a Vidal y Urtasun. Les dijo que eran una elección de él. Que tuvo la opción de fichar a un tal Corbacho. Pero que él quiso que Vidal y Urtasun fuesen los nacionales exteriores de su plantilla. Y que lo demostraran.

Viene a colación porque ésta es su plantilla, éstos son sus elegidos -incluido el pack de BDA (Dragic- Gist-Perovic, de los que ya queda uno y medio: Gist se fue y Perovic juega un partido sí y otro no)-, por lo que urge un cambio a domicilio.

En su última salida liguera, a Zaragoza, el Unicaja palmó 82-64, y ayer hizo lo propio. Aquella vez se compitió y, a la hora de la verdad, llegó la debacle. Ayer hubo más de debacle que de competición. Valoración 1 al descanso. 16 puntos. 13 pérdidas. Y 39-16 en el marcador. Lo que se encontró el Unicaja es con lo que volverá a toparse en Kaunas, el viernes. Sólo que con 20 grados menos en el exterior, y con 15.000 tíos en la grada, en vez de los 8.500 de La Fonteta. Esperemos que lo de ayer fuera un «ensayo», como midiendo sensaciones, en estos cuatro citas a domicilio consecutivas.

La anécdota de no ganarle a ningún equipo con «nombre» lejos del Martín Carpena es ya un problema. Y, por desgracia, lo de Tel Aviv parece más la excepción que confirma la regla que el hábito que al equipo le hubiera encantado adoptar. En La Fonteta acabaron cantando ayer: «Esa licencia, no la merecéis», por la Euroliga... aunque lo que importa ahora es asegurar la Copa.

Y para estar en la cita de Vitoria del mes de febrero ni hacen falta juegos de manos ni milagros ni extrañas combinaciones. Restan dos partidos y hay que ganarlos. Incluso con una única victoria bastaría. O sea, que no es tan sencillo como quedarte en el paro, pero peor lo tuvimos, por ejemplo, en 2005, cuando el Unicaja no dependía de sí mismo. Y luego se acabó ganando la Copa de Zaragoza. Así que, aprendiendo de la lección de Valencia, donde el Unicaja se dejó además un buen tajo de average, habrá que ir el domingo a Las Palmas (20.00 horas), donde espera el cuarto clasificado de la ACB, que en su casa es una pasada, y que tiene todo el mérito del mundo. Ademas, no me extrañaría que Berdi Pérez pagara de su bolsillo, con el buen dinero que ganó en Málaga, una prima a los jugadores del Herbalife Gran Canaria.

Y el domingo siguiente, en Málaga, llegará Aíto García Reneses con un Cajasol que va a más, que ha movido el equipo, que ha fichado y que, ahora sí, tiene un equipito para estar, como mínimo, en la mitad de la tabla. Le metió ayer por 37 al Valladolid. Con Aíto en su banquillo, reclinado, traguito va y traguito viene...