Un triple estratosférico de Marcus Williams, a siete décimas del final, sirvió para que el Unicaja ganara anoche en Berlín un partido en el que no jugó mucho mejor que antes del parón, en el que el equipo pecó de los mismos errores en ataque que antes de estas «vacaciones forzosas» coperas y en el que dos jugadores a menudo poco o nada protagonistas, como Fran Vázquez y Kosta Perovic, le demostraron a Jasmin Repesa que, junto a Zoric, Panko y Lima, forman un juego interior que cualquier entrenador de Europa querría para sí (y no es una exageración).

Con la que está cayendo en las últimas semanas, ganar era el único objetivo y debe servir para estar contento hoy y para no profundizar mucho más allá. Es verdad que el Alba no es un «grande» del básket continental, ni siquiera un «mediano», pero no es menos cierto que ganar fuera de casa en Europa nunca es fácil. Para nadie y en ninguna pista. Por eso hay que darle al Unicaja el mérito que tiene, aunque sea con un triunfo agónico, con suerte y sin brillo.

La mejor noticia de ayer es que el equipo de Repesa acaba la primera vuelta de esta segunda liguilla a un triunfo del cuarto, el Panathinaikos de Diamantidis, que suma ya 3 victorias en su zurrón del Top 16 y que tiene siete jornadas por delante (cuatro de ellas en el Carpena) para sentenciar su pase a cuartos de final. No hay nada hecho, pero tampoco nada perdido. Y con eso hay que darse por satisfecho.

El equipo ganó por la genialidad del base angelino en una última jugada que, sin embargo, fue un riesgo innecesario. Y es que si tú tienes la última posesión entera para ti y vas perdiendo por uno (65-64), lo peor que puedes hacer es jugártela con un tiro de siete metros y medio. Más que nada, porque te vale cualquier otra cosa: una penetración, un balón interior, buscar una falta para tener dos tiros libres para decidir... Todo, menos lo que hizo ayer el Unicaja.

La suerte es que el tiro entró. Marcus Williams, que desde que tenía 8 ó 9 años se ha hartado de meter canastas de ésas en su barrio, con los colegas, amarró el balón y no quiso ni dársela a Simon, ni pasársela a Calloway ni buscar dentro a Fran o a Panko. Botó, botó, botó y a falta de 6 décimas lanzó un obús tierra-aire que se coló por el mismo sitio por el que no le habían entrado los cuatro triples que se había tirado hasta entonces. Sí, hay que tener unos «huevos» muy grandes, enormes, para hacer lo que él hizo. Es un crack. Como diría Guardiola, el «puto» amo. Pero si la llega a fallar, se lleva hoy más palos que los que dejó el último temporal en la playa de La Malagueta.

Para llegar a ese emocionante desenlace, antes se vivieron 39 minutos y 59 segundos en los que el Unicaja jugó bien, regular o muy mal, según de qué minutos estemos hablando. Hizo un aceptable primer cuarto, dio pena en el segundo parcial, volvió del descanso enchufado, pero se jugó el partido, su continuidad europea y su credibilidad presente y futura en ese cara o cruz final en el que esta vez la suerte se vistió de verde.

Después de diez días entrenando, con jugadores y entrenador trabajando mañana y tarde en el Carpena, yo esperaba algo más. Sobre todo en ataque. Es verdad que ayer los interiores aportaron muchos más puntos que otros días (y seguro que sí se les dieran más balones, todavía serían más letales), es verdad que hubo defensas alternativas para tratar de molestar el ataque rival, es verdad que la presencia de Williams como «2» junto a Calloway parece que ya no es un recurso puntual y sí una opción táctica más de Repesa, pero al equipo le faltó chispa, talento, agresividad... No fue ni regular ni consistente. Y eso, otro día, contra un rival de mayor postín, costará una derrota.

Seamos positivos. Quedémonos con lo bien hecho. Pensemos que Europa sigue al alcance de la mano. Y sobre todo, miremos a Madrid y al Asefa Estudiantes con optimismo. Si se gana el domingo, el trabajo del parón habrá sido un éxito. Si se pierde en el pabellón de la CAM... mejor ni pensarlo.

Lo mejorEl Unicaja encara la segunda vuelta europea con sus opciones intactas de pasar a cuartos

La victoria en Berlín supone que el Unicaja cierra la primera vuelta de esta segunda liguilla europea con tres triunfos y cuatro derrotas, a sólo una victoria del cuarto clasificado, el Panathinaikos griego, que todavía tiene que visitar el Martín Carpena. Quedan siete jornadas europeas por delante en las que los verdes deben recibir al Zalgiris, a los griegos, al CSKA y al Alba. Los tres partidos a domicilio serán en Bamberg (la próxima semana), en la pista del R. Madrid y en Estambul.

Lo peorLas victorias in extremis del Efes ante el Real Madrid y del Zalgiris, en la cancha del Brose

La tarde empezó ayer bien con la derrota del Panathinaikos ante el CSKA. Pero toda la suerte que tuvo el Unicaja en su último segundo en Berlín, fue la que no apareció en Bamberg ni en Estambul. El Zalgiris ganó al Brose 87-88 con tres tiros libres anotados por Popovic con el reloj a cero. El Real Madrid tuvo un último ataque en Estambul para ganar, pero el triple de Carroll no entró (74-72).