Se admiten apuestas. Yo digo hoy, 1 de abril, con siete jornadas más de Liga Endesa por delante, que el Unicaja va a jugar el play off por el título. Me arriesgo a que la hemeroteca me dé un sopapo en todos los morros dentro de mes y medio y que alguno se ría en mi cara. Además, admito que es una osadía por mi parte apostar por un equipo que desde septiembre ha sido tan irregular cada sábado o domingo que se ha vestido de corto. Pero a mí este Unicaja del último mes y medio -Murcia al margen- me tiene conquistado. No sé si va a ser octavo, séptimo, sexto o quinto al final de la Regular. La verdad es que tampoco me importa lo más mínimo. Lo único que digo, parafraseando a aquel ínclito presentador de informativos de Antena 3, es que «este Unicaja huele que apesta a play off».

El equipo lleva ya varias semanas amagando con entrar en la zona noble de la clasificación y parece cuestión sólo de tiempo que se meta ahí entre los elegidos. Quizás llegue el momento el próximo fin de semana en Tenerife, tras jugar con el CB Canarias. O quizás haya que esperar al día del CAI en casa. Pero ya les anuncio yo que llegará a tiempo para colarse en la fiesta de los 8 mejores y que entonces no será un rival fácil para nadie. Así que cuidadín, cuidadín Real Madrid, Caja Laboral, Barça y compañía. Y el que avisa no es traidor.

Los números recientes de los chicos de Repesa avalan mi teoría. Y es que con la de ayer son ya cinco victorias en Liga en los últimos seis partidos. Pero es que además, salvando la nefasta mañana del Domingo de Ramos en la pista del UCAM de Berni, este equipo juega cada día mejor al baloncesto. Defiende y corre como nadie, tiene al pívot más regular de Europa y al base más determinante (e intermitente) que ha pasado por Málaga en años. Repesa, además, ha dado un paso a un lado en algunos de sus rígidos ideales y ya no es el sargento de hierro que no perdonaba una a sus jugadores y que utilizaba sólo el juego interior para repartir balones para fuera. El cambio es evidente. Hay menos rotaciones, hay más juego de pintura y, sobre todo, un concepto defensivo global que hace que tíos del caché de Lampe, Farmar, Khryapa, Diamantidis o Zisis, por poner sólo los últimos ejemplos, parezcan jugadores del montón cuando están frente al Unicaja.

Ayer estaba al otro lado de la pista un Baskonia que es verdad que jugó sin la presión de tener que ganar sí o sí, pero es que por momentos fue un juguete en las manos de uno de los mejores «Unicajas» de la temporada. En ataque, quizás el mejor. Y eso, tratándose de un rival con semejante clase y carácter, tiene mucho mérito.

El equipo de Repesa fue un vendaval a partir del minuto 6. Salió dormido y un 5-17 amenazó al principio con una matinal negra. Pero fue sólo un espejismo. Fue ponerse a defender, colocarse por delante y no dar ninguna opción a un rival en el que el juego interior no existió y que vivió de las canastas del siempre fiable San Emeterio (25 puntos) y de un especialmente acertado ayer Causeur (19).

Dentro del buen tono general, Zoric volvió a exhibirse. He perdido ya la cuenta del número de partidos en los que el croata se «merienda» a los pívots rivales. Su exhibición de ayer fue portentosa. Pero no fue el único. Vidal estuvo soberbio contra sus ex. Jugó su mejor partido desde que viste de verde sumando 22 puntos y 33 de valoración. Igual que Panko, que ejerció de MVP para anotar por dentro, por fuera, sacar faltas... Simon, Calloway, la defensa de Dragic... todos ayudaron a sumar.

Mención especial también para el Carpena. O mejor dicho, para «lo que queda del Carpena». En un partido sin televisión ni internet -ésa es otra-, con dos de los eternos aspirantes a discutirle la Liga a los «grandes» frente a frente y con el Unicaja necesitado de su gente para afrontar este esprint final camino del play off, sólo hubo ¡¡¡5.100!!! espectadores en las gradas. Menos de la mitad del aforo. Una entrada ridícula e indigna de un duelo entre dos de los últimos campeones de la ACB. Pero no es menos cierto que los que fueron lo dieron todo desde el primer minuto y que además se lo pasaron «pipa».

Yo ya he perdido la esperanza de volver a ver el Palacio como antaño. Hace tiempo que me di cuenta de que los verdaderos cajistas, los «fiebres» por el básket en Málaga, los que no fallan nunca, son entre 5.000 y 6.000. Ellos son los que más se merecen el fiestón de ayer, con ola incluida durante el último minuto y medio. Han sido los primeros en sufrir cuando venían mal dadas y ahora deben ser los primeros en disfrutar y soñar con un futuro de color verde esperanza.

El jueves acaba la Euroliga con el Alba en Málaga. El sábado espera el CB Canarias en Tenerife. El play off parece más cerca que nunca.

@emilio6fdez