¡Octavos! Después de media temporada, el Unicaja vuelve a estar en puesto de play off. ¿Que por caché, plantilla y presupuesto ésa es su obligación? Por supuesto que sí. ¡Pero sabe a gloria después de tantos sinsabores! Porque el Unicaja tenía que ganar anoche y lo hizo. A lo grande, sufriendo, tirando de raza, exprimiendo sus recursos, entrando en el cuerpo a cuerpo y pasando las de Caín ante un Obradoiro que se encomendó al Apóstol Santiago, pero que se encontró con tres ángeles vestidos de verde, un tridente compuesto por Zoric, Urtasun y Panko. El Blusens lo intentó todo, pero ni la mejor versión de un Fontes do Sar en ebullición, que emuló al mejor Martín Carpena de antaño, pudo con un Unicaja que sacó adelante, y con nota, una tremenda prueba de fuego.

Era morir o seguir con vida. Y el Unicaja eligió seguir al frente y depender de sí mismo. Lo más importante, sin duda, es que el equipo sigue dependiendo de sus méritos. Entra por buena conducta, después de tres victorias ligueras consecutivas (Cajasol, Valencia y Blusens), entre los ocho mejores. No pudo sacar adelante el average, y es una pena. Había que ganar por siete puntos y la diferencia se quedó en cuatro. Pero ahora hay que mirar al frente. Al domingo, ante el Gran Canaria. Porque un triunfo por ocho puntos pondría al Unicaja en la séptima posición. Así que hay que empujar para lograr una mejor plaza, estar entre los mejores en la lucha por el título y, por descontado, garantizar la Licencia A de la Euroliga. A ver quién es el guapo que duda de este proyecto siendo al menos séptimos...

El partido tuvo de todo, más emoción que buen juego; más sufrimiento que baloncesto; más adrenalina que cerebro. Pero esto también forma parte del juego. Y por eso es tan bonito este deporte. Porque la salida del Unicaja fue sensacional. Fíjense que quizá lo peor de la primera parte fue lo que reflejaba el electrónico. Y es que el Unicaja se fue ganando al descanso, pero tras dominar por 10 puntos (21-31) supo a muy poco irse al vestuario con sólo 28-32.

La guerra táctica en la pista fue preciosa y la tensión se mascaba en cada pase, en cada error, en cada fallo. No es normal ver al Obradoiro con el 15% en triples al intermedio (2 de 13) ni al Unicaja con siete pérdidas. Fruto de esa tensión, el encuentro perdió en calidad, pero ganó en emoción y en intensidad. Se jugaba de poder a poder, y el Unicaja aprovechó que Panko fabricaba como alero alto y que Simon se animó, a pesar de sus problemas físicos en un pie.

Las pizarras echaban humo. Mocho Fernández siempre movía antes pieza, pero Jasmin Repesa respondía con sabiduría. Vimos un emparejamiento entre Hummel y Zoric. Urtasun subía la bola como base, pero luego defendía a Corbacho. Panko sacaba ventajas como alero, pero luego Kendall y Mejri le sacaban los colores a las torres malagueñas. Y todo, aderezado con un ambiente muy bonito. El Unicaja tuvo que medirse al Obradoiro y a un pabellón volcado, con una afición muy metida, que ayer celebraba el centenario de partidos de su club en la Liga ACB.

Cuando el encuentro vino del vestuario cambió el decorado. Y para peor. Zoric, con tres faltas, se quedó en el banco. Y sin referencia interior, el balón no circuló. Se quedó en manos de Simon, que lo amasó, que lo mimó, pero que no lo repartió, que anestesió el ataque. Y sin intensidad ni agresividad ante el aro rival, el Obradoiro se animó. Dewar enchufó dos triples y con 10 puntos derribó la ventaja verde: 40-36. No le quedó otra a Repesa que dar entrada de nuevo a Zoric, y el Unicaja aguantó el chaparrón y minimizó los daños: 49-46.

El partido entró en alarma roja cuando Corbacho sacó su fusil. Aprovechó que Urtasun estaba con tres faltas y que era Simon su defensor. Y el balear no perdonó: 55-51. Pero respondió el Unicaja con carácter, como pocas veces lo ha hecho en esta Liga Endesa. Urtasun devolvió el golpe de tres. Y luego Zoric puso dos poderosas razones sobre el parqué. Dos de mucho peso. Con cuatro faltas se echó al equipo a la espalda. Se retiró fundido, exhausto, pero con el partido en verde: 63-64. Ahí Panko tiró de galones y, junto a Urtasun, mantuvo al equipo, dando la cara. Calloway -sin puntos- movió lo hilos y los tiros libres de Urtasun y Vidal pusieron el encuentro en el bote: 65-68. Dewar intentó un triple para forzar la prórroga, pero Fran se hizo con el rebote y mató el partido: 65-69. Fue un triunfo grande, con un valor tremendo, que sirve para volver al play off y para relajar la tensión de un curso tan raro.

@Falimguerra