Mike Ansley no olvidará jamás el 17 de enero de 2014. Cuando vuelva a levantarse por las noches, con sudores fríos y recordando en pesadillas aquel triple que nunca entró en la última jugada del cuarto partido de la final de la ACB de 1995 entre el Unicaja y el Barça, podrá volver a conciliar el sueño plácidamente recordando el cariño que le tributó anoche esa afición que jamás olvida a sus héroes. Mike vivió un día maravilloso, en el que volvió a reunirse con algunos de los compañeros de aquel subcampeonato y que después disputaron por primera vez, en el curso 1995/96 la Copa de Europa. Allí estaban junto a él Curro Ávalos, Gaby Ruiz, Dani Romero y Ernesto Serrano. También pudo saludar a Richi Guillén, que jugó anoche con el Clínicas. Y, por supuesto, a Javier Imbroda, el patrón de aquel banquillo. Almorzó con Ramón García o Manolo Rubia, además de los médicos del club, José Nogales y Diego Montañés. Estaban casi todos los de aquel mítico Unicaja.

En el restaurante Cardamomo, en Teatinos, el exjugador de Mayoral y del Unicaja ofreció una rueda de prensa al mediodía, en la que puso de manifiesto que sigue siendo tan buena persona como jugador. Bromeó con otro histórico, el fotógrafo Mariano Pozo, quien en aquella época ya lo capturaba con su objetivo. «Ahora mismo no puedo hablar. Sólo el hecho de estar de nuevo en casa... Tenía muchas ganas de estar en Málaga tras tantos años fuera. Estoy muy agradecido al Unicaja y a todos vosotros, a los patrocinadores que me han traído... Gracias del fondo de mi corazón. No quiero llorar», explicó Ansley, el mito que en Málaga tocó el cielo con las manos.

Las pesadillas de Ansley

Su lanzamiento valía el título de Liga ACB de 1994/95. Mike había anotado 37 puntos aquella noche y se la jugó ante el barcelonista Middleton. El resto ya es historia... El balón se fue al aro y en el quinto partido, el Unicaja cayó ante el Barça en el Palau Blaugrana.

«Todavía tengo pesadillas con el tiro, con el triple. Aún pienso en qué pude hacer mejor. Sé que a Middleton le había ganado el duelo, anotando 37 puntos aquel partido, y fue como lanzar unos dados para ganar o no. Miré la canasta y sabía que podía meterla, me la jugué, sabía que podía. Tenía que meter esa canasta, pero no entró», relató.

Tras el almuerzo hubo charla larga y después todos se dirigieron al Martín Carpena, donde hubo un baño de multitudes espectacular. Ansley se paseó a pie de pista y allí saludó a todo aquel que le estrechó la mano y se fotografió con quien le pidió inmortalizarse con el mito, que ahora vive en Polonia y dirige una escuela de baloncesto.

Una vez que iba a comenzar el Unicaja-Fenerbahce, el animador del Palacio, Fede de Palma, le nombró, al tiempo que en el videomarcador salía reflejado su rostro en pleno palco. Y una larguísima ovación de más de un minuto se apoderó del Carpena. Mientras, Ansley, puesto en pie, no dejaba de golpearse el pecho, una y otra vez, dirigiendo su puño al escudo del club, bordado en el polo oscuro que llevaba. Llegó incluso a sostenerlo con sus dedos, tirando fuerte, y besándolo uno y otra vez. Se le escapó alguna lágrima, como confiesa en su imperdible punto de vista, Dani Romero, que estaba a su lado en el Carpena.

Cinco titular

En el descanso del partido llegó el momento más esperado por todos. Uno a uno salieron los cinco jugadores que asistieron al acto: Curro, Gaby, Ernesto, Dani y él, el gran Ansley. No pudieron asistir, por diversos motivos, ni Nacho Rodríguez ni Alfonso Reyes. Y los otros tres integrantes de aquel equipo inolvidable están fuera de España: Kenny Miller, el francotirador ruso Babkov y el sudamericano Navarrete.

Todos, incluido el cuerpo técnico y médico, saludaron con algarabía a una afición entregada y recibieron una caricatura de aquel equipo de manos del presidente, Eduardo García. Tras la foto de familia, aún había una sorpresa más.

Mano a mano

Un joven aficionado que cumplía años saltó a la pista, acompañado de su novia -ella había llamado al club pidiendo que le dieran una sorpresa- y Ansley emuló aquel «mano a mano» contra Middleton. Con Javier Imbroda insuflando ánimos junto al americano, el exjugador repitió aquella jugada que está grabada a fuego en la mente de los aficionados malagueños al baloncesto.

Ansley se fue hasta mitad de campo y ahí comenzó a botar el balón mientras se acercaba a la línea de tres puntos. Amagó con la penetración y lanzó de tres puntos. El balón voló y, de nuevo, como hace casi 19 años, la bola se estrelló en el aro. Tampoco entró. Pero la gente se lo pasó de miedo.