Duerme el Martín Carpena. El ruido y la algarabía tras el subidón provocado por otro final de infarto, en el Unicaja-Gran Canaria, dan paso al silencio, a la calma más absoluta. Se respira paz por las entrañas del Palacio de los Deportes. La maraña de pasillos desde la pista auxiliar, donde Mike Ansley ha estado jugando con niños un partidillo de baloncesto, hasta una de las puertas de salida, pasa por un escenario obligado para todo buen seguidor cajista: fotos y más fotos, todas ellas históricas, del pasado más lejano y también del cercano, captadas por el colosal objetivo de Mariano Pozo. Y en un reposado silencio, mientras su pareja le graba, a cierta distancia, con una videocámara, va caminando, deambulando, Mike Ansley. Solo, metido de lleno en sus pensamientos, repasando con una sonrisa inocente en los labios el frenesí vivido en unos días en los que el cariño de Málaga le ha hecho vertir lágrimas de pasión, afecto y sincerísimo agradecimiento. El exjugador, el mito, apuraba sus últimas horas en la Costa del Sol, porque hoy viaja a Polonia. Sus pasos hacen parada frente a la imagen, casi sagrada en el santuario cajista, donde cuelga, inmortalizado, su «no triple». Frente a Darryl Middleton, su muñeca derecha extendida, el balón volando ya hacia el aro del Barça y Middleton llegando tarde para puntear el tiro. Ansley se queda ensimismado frente a la instantánea, ante «la imagen de sus pesadillas», como dijo esta semana. Se gira para decirle a su pareja que le grabe, que ésa era la foto que explicaba lo que había sucedido en aquella inolvidable noche del 18 de mayo de 1995, cuando el Unicaja cambió un título de Liga por la derrota el cuarto partido de la final ante el Barça (78-80). Un error sin embargo que cambió, y para bien, la historia del baloncesto malagueño. Y él, delante de esa foto, tras exhibir otra amplia sonrisa, posa para La Opinión y charla unos minutos sobre las «extraordinarias» vivencias que se lleva de estos cuatro días en Málaga.

«Amo a este club, a la ciudad, a su gente. Gracias, muchas gracias por todo lo que me habéis dado. Me llevo a Málaga en el corazón», se sincera el exjugador, aún emocionado: «El Unicaja es el mejor club del del mundo. Todo ha sido increíble, muy emocionante para mí. No me esperaba todo esto. Los fans me han hecho sentir muy especial. Me encanta todo absolutamente de Málaga», recalca Ansley, que de nuevo ayer recibió el calor de la grada, antes de partir hoy a Polonia, donde ha hecho su nueva vida.

El mejor «cuatro» de Europa volvió a pisar ayer el parqué en el descanso del encuentro ante el Herbalife, esta vez en solitario, sin sus compañeros del debut en la Copa de Europa del curso 1995/96. Y allí, rodeado por las animadoras que portaban mensajes con la leyenda «Gracias Ansley», se arrodilló en el círculo central para besar el escudo de la entidad financiera y después dar una vuelta de honor, levantando el Palacio y repartiendo saludos y golpes en el pecho. Hoy se marcha el más grande y se lleva a Málaga «en el corazón». Gracias a ti, Mike.