La eliminación copera aún está «caliente». Han pasado sólo unas horas. Una cena fría, unas horas de sueño, una ducha y a la Minicopa, desde bien temprano, para ver al equipo infantil del Unicaja batirse el cobre con el Iberostar Tenerife. Carlos Jiménez aguanta una foto tras otra de manera estoica. Seguidores con bufandas diferentes y con camisetas de otros equipo quieren tener un recuerdo del excapitán de la selección española de baloncesto, ahora director deportivo adjunto del Unicaja y portavoz oficial del club. «Dame un beso y un abrazo», le reclama una señora mayor, con acento canario y camiseta amarilla del Iberostar Tenerife. Jiménez sonríe y acepta antes de charlar con La Opinión.

¿Qué sensaciones tiene en el día después de la eliminación?

Pues el día después está siendo duro, como para todos, para qué te voy a engañar. Estábamos muy ilusionados con el partido, con el papel que podíamos hacer y más viendo el pabellón, con buenas sensaciones... hasta que el partido nos echó un jarro de agua fría, pero hay que recomponerse.

¿Qué le pasó al equipo?

Hubo cosas parecidas que al de Liga. Dominamos mejor muchos aspectos en los que sufrimos en aquel partido. Dominamos muy bien el rebote y logramos que su tiro exterior nos hiciera menos daño, con sólo cinco triples al descanso. Parecía que estaba todo controlado, pero al final Zaragoza manejó mejor la carga anímica que desprendía el partido.

Usted era uno de los que no salió contento tras el sorteo del cuadro copero...

Sabía que iba a ser duro. Cuando iban pasando los minutos y el marcador era parejo, la obligación crecía para nosotros y ellos iban manejándolo mejor. Ellos hicieron un buen planteamiento, un buen partido, limitándose a estar, y nosotros caímos víctimas de nuestros errores y de nuestra ansiedad.

Yo eché de menos a Kuzminskas en el último cuarto. ¿Le ocurrió a usted lo mismo? Incluso a Fran Vázquez.

No sé, eso son cosas técnicas y yo ahí no quiero meterme. Joan estimó que él es el que tiene que gestionar los momentos, las caras y las sensaciones... salió mal y hay que respetar su trabajo.

Lo peor, quizá más incluso que la eliminación, es la decepción de la afición, ¿verdad?

Efectivamente... Ver a toda la gente así, tras toda la ilusión que se había generado, que yo creo que era real... No es que habíamos vendido la piel del oso antes de cazarlo, sino que veíamos que podían salir las cosas bien. Sabíamos que iba a ser un partido que había que competirlo, que iba a ser un partido duro y complicado, pero que teníamos nuestras opciones, como todo el mundo que llega a la Copa del Rey. Y fruto de eso es el hecho de sentir el resultado final.

¿Habló con el vestuario después del partido?

No, no, no. Yo personalmente prefiero no entrar, porque entiendo que es un momento muy íntimo del equipo y más fastidiados que ellos no habrá nadie e intentamos no aparecer por allí.

Se habla que si decepción, que si fracaso... ¿Para usted?

Podríamos hablar de fracaso si tuviésemos una condición de favoritos exagerada, pero siendo realistas no creo que nos podemos considerar favoritos respecto a Zaragoza en el partido de Copa de este jueves. Puedo hablar de desilusión, porque íbamos muy ilusionados y no salieron bien las cosas, pero fracaso no, porque no había una gran diferencia entre los dos equipos para cosechar un resultado que no se esperara.

¿La confianza sigue intacta en todos los miembros de la plantilla tras el batacazo?

Por supuesto, el equipo sigue igual, la temporada sigue y queda Liga. Hay ahora mucho trabajo por hacer todavía.

No queda otra: pasar páginas y pensar en el Panathinaikos para el próximo jueves en el Martín Carpena.

Es difícil encontrar ahora cosas positivas, pero hay que intentarlo porque hay que seguir trabajando, porque la Liga sigue su curso, el Top 16 vuelve ya y hay que cumplir los siguientes objetivos.