Cuando juegas fuera de tus dominios y del amparo de tus aficionados, principalmente en la competición europea, resulta fundamental entrar bien en el partido, ser muy duros, tanto física como mentalmente, cuidar minuciosamente todos los pequeños detalles y, por supuesto, tener esa pizca de suerte que hace falta siempre para que las cosas terminen por salir bien.

Ayer noche en el Buesa Arena de Vitoria el Unicaja cumplió todas estas premisas y se llevó de tierras vascas una estupenda victoria que tiene valor doble, continúa con todas las opciones de clasificación dentro del complicado grupo E de Euroliga y deja sin opción alguna al conjunto vitoriano.

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, y ayer quedó demostrado. Ha tenido que pasar una vuelta completa de esta fase para sacarse la espina del primer partido de este Top 16, donde los malagueños cayeron ante el Laboral Kutxa en un choque que no mereció perder, ni mucho menos, y que hizo que no comenzara con buen pie su andadura dentro del grupo de la muerte.

Para llevarse el triunfo, el Unicaja hizo lo mejor que se puede hacer en estos casos, salir desde un principio sentando las bases y mostrando a su rival sus intenciones. Una magnífica puesta en escena que le llevó a desarbolar al conjunto de Scariolo y a cobrar una ventaja al descanso, tras un excepcional segundo cuarto, que sería definitiva.

En los encuentros como visitante, a pesar de que vayas dominando claramente, tanto el marcador como el juego, tienes que estar muy concentrado. Cualquier despiste, falta de concentración o simplemente un tirón de orgullo de los jugadores locales, amparados por sus fans, pueden complicarte un partido. Sin embargo, el Unicaja no estaba dispuesto a tirar ayer por la borda todo el trabajo realizado antes.

Hablaba anteriormente de la dureza, sobre todo mental y del cuidado de los pequeños detalles, pues los malagueños supieron capear el temporal del tercer cuarto, volver a centrarse en su juego y en las cosas que le habían ido bien y fueron duros de cabeza para tener la suficiente sangre fría de mantener la ventaja y aplacar los ánimos del conjunto local.

En definitiva, un triunfo de mérito. Más, si cabe, por las bajas tan sensibles con las que viajó el cuadro verde y que gracias al trabajo colectivo supieron superar con nota. Muy bueno el último cuarto de Suárez jugando de cuatro y los tiros de Toolson cuando pasábamos dificultades en ataque. Magnífico el comienzo de partido de Kuzminskas, la intensidad y el descaro de Urtasun o el trabajo descomunal de Stimac, por no hablar del buen final de Calloway o la consistencia de Caner-Medley. O lo que es lo mismo un partido muy completo de todo el grupo. Cuando todos aportan, el conjunto lo nota y los aficionados lo disfrutamos.