Un arbitraje sibilino y parcial encabezado por el ínclito Luigi Lamonica, el colegiado más casero de Europa, condenó ayer al Unicaja en su visita a la pista del Fenerbahce Ulker, que necesitó de la tendenciosa ayuda extra de los tres del pito -el italiano y sus dos secuaces, uno polaco y otro croata- para ganar un partido en el que los de Joan Plaza dieron una lección de saber sobreponerse a todos los inconvenientes... menos al de los «tres» vestidos de naranja y negro.

Y es que el equipo costasoleño tuvo anoche poder de reacción para las lesiones de Hettsheimeir, Vidal y Urtasun, incluso para la baja de última hora de Caner-Medley, pero lo que no pudo soportar fue el concierto de la terna del silbato, que desde el primer minuto mermó las fuerzas del ya de por sí capitidismunuido equipo cajista y que tuvo su traca final con una falta antideportiva señalada a Granger, a 20 segundos del final, con 65-64, que solo fue producto de la imaginación calenturienta del trío «laralá».

Los turcos se pasaron el partido repartiendo estopa en su zona de una manera despiadada, sus bloqueos fueron criminales, sus codos ejercieron de armas arrojadizas... Pues solo otro dato: 21 tiros libres para ellos y ¡¡6!! para el Unicaja. Que alguien me lo explique.

Arbitraje al margen, el Unicaja jugó a gran nivel. No tuvo un día especialmente afortunado en ataque, es verdad, pero sufrió como nunca en defensa, supo administrar sus fuerzas y plantó cara de principio a fin a un equipazo fabricado a golpe de talonario con el único objetivo de ganar esta Euroliga. Y eso tiene mucho mérito.

La pizarra de Plaza funcionó a la perfección. El técnico catalán multiplicó sus recursos al modo de Jesucristo con los panes y los peces. Utilizó a Carlos Suárez de «4», puso al mismo tiempo a Granger y a Calloway en la pista, dio mayor protagonismo a Domas Sabonis, utilizó de manera puntual a Todorovic en la rotación... Imposible hacer más con menos.

La derrota era previsible, aunque el 47-56, a menos de 8 minutos del final, hizo pensar en que podía haber milagro. Pero había un doble objetivo en este viaje a Estambul y el otro sí se cumplió. Y con creces. Porque el +14 del average no peligró nunca. Ni al principio, ni en el medio ni siquiera al final del partido, con ese parcial demoledor en contra de 18-3, que les sirvió a los de casa para remontar. Y ojo porque ese average positivo que se trae el equipo hoy en la maleta puede que sirva dentro de cuatro semanas para que los verdes estén en el play off de cuartos de final y los turcos no. Tiempo al tiempo.

Fue un partido muy igualado. Con diferencias mínimas para uno y otro lado, salvo ese +9 de los de Plaza. Al equipo de Obradovic se le vio tenso, muchas veces sin ideas, atascado, pero cuando peor estaba tuvo la suerte de cara en un par de acciones de ataque y esa ayuda arbitral que acabó de decidir el partido. También encontró al mejor Luka Zoric en ese tramo final. El excajista no estuvo muy atinado en el arranque, pero a la hora de la verdad hizo 7 puntos en un abrir y cerrar de ojos que resultaron determinantes para el marcador final.

A falta de los partidos de hoy, el Unicaja sigue entre los cuatro elegidos, pero lo mejor es que faltan cuatro jornadas y tres de ellas serán en casa, al amparo de un Martín Carpena que es el que dictará sentencia. Por eso hay que ser positivos hoy y ver el vaso medio lleno tras lo de anoche. Sí se puede. Y éste es el camino.