La Real Academia Española de la Lengua define la palabra «equipo»: «Grupo de personas organizado para un servicio determinado. En deporte, cada uno de los grupos que disputa el triunfo». Si nos atenemos exclusivamente al significado del vocablo, formar un equipo sería simplemente reunir a un grupo de jugadores, de la mayor calidad posible, organizados y dirigidos por un cuerpo técnico de prestigio, con su entrenador a la cabeza. Tener un gran equipo y con garantías, de esta manera, tan sólo consistiría en fichar a los mejores jugadores y poner al frente al entrenador mas laureado, o lo que es lo mismo, todo se reduciría a una cuestión monetaria.

Pero la realidad, por fortuna, no es así. Un equipo es mucho más que eso. Tenemos multitud de ejemplos de ello. Casos como el del Anadolu Efes, en baloncesto; o el del Mónaco, en fútbol, dan una idea de que formar un bloque sólido y competitivo no depende exclusivamente del dinero que inviertas en crearlo. Hay muchos otros factores que influyen a la hora de componer una escuadra de éxito.

Está claro y es obvio que es muy importante la calidad y tener, tanto jugadores como un técnico contrastados, te dan una base sólida sobre la que trabajar. Además si esa plantilla es amplia, mucho mejor, visto la dureza de un calendario tan exigente, en el que estás compitiendo con los mejores equipos prácticamente cada tres días. El verdadero fondo y la grandeza de un conjunto se ve en diversos aspectos. Uno de ellos es la disposición de cada uno de sus integrantes al trabajo diario y sobre todo su generosidad, no sólo en el esfuerzo, sino con respecto al grupo también. Cada componente debe lograr su espacio y debe procurar, eso es mas función del técnico, que este no se pise con el del compañero.

Quizás donde se vea si un equipo realmente se comporta como tal es en las situaciones difíciles y comprometidas. El Unicaja se enfrentó durante toda la semana, culminando con el encuentro de ayer noche a una de ellas. Tras las derrotas seguidas en Euroliga frente a Fenerbahce y Barcelona, má las sufridas en la Liga Endesa ante Valencia y Joventut, esta última más dolorosa si cabe por cómo se produjo, llegaba el partido de Olympiacos.

Se pasó de tocar con los dedos el pase al Top 8 y vivir asentados en la cuarta plaza en Liga, a jugártela frente al actual campeón europeo y abandonar esos puestos de privilegio en la competición nacional. Una dura prueba a la consistencia física y mental de un grupo que para colmo de males se encuentra capitidisminuido en cuanto a efectivos se trata.

Los resultados son importantes, porque son los que te colocan en un sitio u otro, pero hay que ser realistas a la hora de exigir los mismos, y no quedarnos simplemente con ellos. Hay que valorar al equipo por su manera de actuar y de afrontar las situaciones y en ese aspecto hay poco que reprochar al Unicaja.

Claro ejemplo el de ayer contra el bicampeón de la Euroliga. A pesar de tener enfrente a un conjunto tan poderoso físicamente, además de contar con jugadores de gran calidad y que estuvieron muy acertados, el Unicaja nunca bajó los brazos. Y aunque debido al mal comienzo, los verdes fueron siempre a remolque supieron engancharse de nuevo al encuentro y luchar hasta el bocinazo final. Ése es el camino.