Contra el todopoderoso Panathinaikos, contra 20.000 aficionados en estado de éxtasis continuo ­-que fumarán y beberán hasta que el cuerpo les aguante- y, casi seguro, también, contra un arbitraje que no sé si dará algo, pero seguro que quitará mucho. Así se presenta esta tarde-noche la penúltima entrega de la liguilla del Top 16 de la Euroliga para el Unicaja. Nada menos que el majestuoso OAKA de Atenas espera al equipo de Los Guindos en un cara o cruz en el que si se pierde ya no valdrá siquiera la coletilla ésa del «matemáticamente». Y es que una derrota hoy significará guardar el pasaporte en el cajón hasta la temporada que viene y pensar ya solo en clave ACB.

Vaya partidito. Después de la derrota de la semana pasada ante el Olympiacos, se puede decir que lo de hoy es una «bola extra». Cayó por sorpresa el Fenerbahce al día siguiente contra el Milán y esa derrota ha reabierto las opciones de un Unicaja que estaba en coma profundo la noche del pasado jueves y que hoy llega a Atenas vivito, coleando y dependiendo «casi» de sí mismo.

Estamos ante un partido para hombres, para guerreros, para jugadores que no se arrugan, para tíos con la cabeza fría, pero con la sangre caliente. ¿Cuántos de estos hay en el equipo de Joan Plaza? Pues esta noche lo sabremos. Hay dos o tres que me generan dudas, pero me guardo sus nombres... por sí acaso.

El equipo viajó ayer y se entrenó por la noche en el OAKA con la mala noticia de que Rafa Hettsheimeir, que era novedad en la expedición, se resintió de sus problemas físicos. Hoy se sabrá el alcance exacto de su recaída. Una pena para él y también que este partido decisivo no llegue un par de semanas más tarde, con Vidal y Caner-Medley más rodados. Pero es lo que hay.

El Panathinaikos espera al Unicaja con el cuchillo entre los dientes. Para ellos también es una final. Es verdad que en caso de perder, todavía tendrían una opción si fueran capaces de ganar la próxima semana a sus vecinos en El Pireo. Pero eso suena muy complicado y su gran oportunidad de cerrar el pase a cuartos de final pasa por ganar hoy, en su casa y ante su gente.

El equipo va a tener que soportar en el OAKA un ambiente infernal. No se asusten si a medida que pasan los minutos notan en sus televisiones que la calidad de la imagen es cada vez menos nítida, si ven como una neblina espesa que se interpone poco a poco entre los jugadores y su televisión. Es humo de miles de cigarrillos (espero que solo cigarrillos) que se fumarán los 20.000 fans en el pabellón.

Que el ambiente sea «solo» infernal y no una encerrona dependerá de los tres encargados de impartir justicia. La Euroliga ha mandado para la «madre de todos los partidos» al serbio Belosevic, al portugués Rocha y al esloveno Javor. Soy consciente de que no lo tendrán nada fácil, pero solo hay que pedirles que piten lo que vean ellos y no lo que les digan los que están alrededor de la cancha.

El Panathinaikos es un «grande» de Europa y es favorito para esta noche en cualquier apuesta, pero tampoco es el equipo imbatible de hace cuatro o cinco años. Eso sí, el Unicaja deberá jugar un gran partido si quiere tener opciones. El equipo necesita hoy todo: buena dirección de los bases, el acierto exterior de Toolson y Urtasun, el trabajo a destajo de Suárez, los minutos de veteranía que pueda aportar Vidal (si es que juega), que Kuzminskas mantenga su buen tono, al mejor Dragic, un Fran Vázquez dominador, el Stimac guerrero de casi siempre, los chispazos de Caner-Medley y que a Sabonis los árbitros le dejen jugar el tiempo que su entrenador lo ponga en la cancha. Si se cumplen la mayor parte de estas premisas... ¿por qué no?