Todos los jugadores del Unicaja ya se había ido a los vestuarios. Aguantaba estoicamente Earl Calloway, en la última grada, la más cercana ya a la salida. Y mientras, el canterano de la plantilla recibía el cariño y el reconocimiento de su afición, de los seguidores que le han visto crecer y que ahora se han tomado con respeto su marcha a Estados Unidos. Domas Sabonis fue el último jugador ayer en retirarse al vestuario. Firmó y firmó cientos de autógrafos y se hizo también un buen puñado de fotografías.

En un gesto que honra al joven canterano de 17 años, Domas fue el que más paciencia tuvo y aguantó todo tipo de peticiones. Las más jovencitas se ruborizaban cuando pasaba por su lado. Y los más adultos le pedían que cogiera en brazos a sus pequeños para fotografiarse junto a ellos.

Sabonis, que a final de este curso dejará Málaga para enrolarse con la Universidad de Gonzaga, donde compaginará estudios y baloncesto en EEUU, no dejó de sonreír pese a su timidez, y se ganó el cariño de su gente. Tras más de media hora, el encargado de material, Jorge, acudió a «rescatarle». Si no, Domas aún seguiría firmando los pósters de la plantilla que distribuyó el club y haciéndose fotos.