El baloncesto español de clubes atraviesa por una grave crisis de identidad. La Liga no termina de enganchar con los aficionados y, salvo escasas excepciones, el gran público da la espalda al básket. Los pabellones ACB presentaron este pasado fin de semana un aspecto lamentable, con más asientos vacíos que espectadores en la mayoría de pistas. La afluencia media de hinchas fue de tan sólo 5.068 personas por partido. Y eso que siete de los nueve encuentros de la jornada se disputaron en las cinco ciudades más pobladas de nuestro país: dos en Madrid, dos en Barcelona, uno en Valencia, otro en Sevilla y un último en Málaga. Pero ni con esas hubo buen ambiente en una jornada en la que sólo acudieron a ver partidos de elite 45.619 espectadores a las nueve pistas ACB, marcada por el puente del 1 de mayo, el buen tiempo y el Día de la Madre.

Este periódico ya analizó ayer la histórica entrada del Martín Carpena, que registró, con 3.396 espectadores, la entrada más baja desde que el Palacio alberga los partidos del Unicaja, hace ya 15 temporadas. No fue el pabellón costasoleño el menos frecuentado por los aficionados este fin de semana, ya que en Sevilla sólo 2.700 personas fueron al Cajasol-Iberostar y en Badalona -a 10 kilómetros de Barcelona- apenas asistieron 3.156 hinchas al Joventut-Murcia. El pabellón pista mayor ocupación fue el recién estrenado «Gran Canaria Arena», con 11.500 asientos y que presentó una entrada de 7.890 personas. O sea, un 68% de ocupación. Una ruina. Y hablamos de la pista con mayor afluencia. Más incluso que los dos equipos de moda del básket español: el Valencia (7.800) y el Real Madrid (6.781). Algo falla y no se atisban cambios.