Se avecina un nuevo temporal en Los Guindos. El alero Carlos Suárez estudia junto a sus agentes romper su contrato con el Unicaja. Aunque la continuidad del madrileño se ha dado por hecha desde que concluyó la Liga, las posturas entre las dos partes no están tan próximas como se presumían y cobra fuerza la opción de que Suárez se desvincule del club, como ocurrió en su día con Vladimir Stimac. Las dos partes tienen una cláusula para extinguir el compromiso que el madrileño firmó el pasado verano: una temporada y otra opcional. Cumplido su primer año, el viernes es la fecha límite para que el jugador rompa unilateralmente el contrato, previo pago de una cantidad que no ha trascendido.

El Unicaja cuenta con Suárez y de hecho está por la labor de suscribir un nuevo documento, al igual que ha sucedido con Fran Vázquez o Zoran Dragic. Pero mientras que con los dos todo está ya muy perfilado y sólo falta la firma, las negociaciones con Suárez están enquistadas. El alero quiere un compromiso por dos temporadas garantizadas, mientras que el conjunto costasoleño ofrece un año asegurado y otro más opcional. Y ahí estriba el caballo de batalla.

Suárez tiene la sartén por el mango, ya que puede enviar antes del viernes un burofax para comunicar la ruptura de su compromiso, abonando una cifra ya establecida, con lo que haría añicos los deseos de Joan Plaza. El técnico, antes de marcharse de vacaciones, dejó claro que la columna vertebral de su equipo deben conformarla Granger, Dragic, Suárez y Fran Vázquez. Quiere que sigan los cuatro. Suárez ha sido el segundo jugador más utilizado por el técnico esta campaña, por detrás de Nik Caner-Medley, que no seguirá en Málaga. El alero ha jugado 23:53 minutos de media con 6 puntos, 4,3 rebotes y 9,2 de valoración. Su salida provocaría también un problema a la hora de configurar los cupos, ya que actualmente con contrato sólo están Granger y Vázquez.