Ser jugador de baloncesto de elite a una edad temprana y llevar al día los estudios es algo muy compatible. En Málaga se han producido muchos casos y uno de ellos es el de Álex Abrines, que cumplió en el Unicaja una etapa de un par de temporadas y que después pagó su cláusula y se marchó al FC Barcelona de una forma algo brusca y que no gustó demasiado en la entidad.

A sus 17 años, el jovencísimo Abrines, ya internacional absoluto y jugador con un rol importante en el FC Barcelona, acudió a diario a clases al instituto Emilio Prados, donde cursó segundo de Bachiller. El mallorquín había estudiado en el colegio de La Salle en su Mallorca natal y una de las condiciones que puso su padre para venir a Málaga es que continuara con su formación académica junto a la puramente baloncestística.

Así se hizo. Abrines acudió a diario al Emilio Prados y después se entrenaba con el equipo júnior, el de su categoría, aunque pronto comenzó también a trabajar con el Clínicas Rincón en LEB Oro. Su irrupción fue fascinante y pronto comenzó a ganarse minutos en la segunda categoría de la competición nacional. Eso no fue óbice para que el chico prosiguiera estudiando y aprobase todo el curso en junio. Además, con buenas notas. Tuvo tiempo para ocupar un papel estelar con los equipos inferiores del Unicaja y en el Campeonato de España júnior resultó elegido como MVP. Después, el Clínicas se fue a China, de gira, pero él se quedó en Málaga para preparar la selectividad, que también aprobó. Después se fue con la selección española sub´18 al Europeo de Polonia.