­Son días de vino y rosas en el Unicaja. Nadie recuerda ya el tortuoso camino transitado por el club, el equipo y la afición hace apenas un año. Todo parece lejano ya porque la felicidad embarga el ambiente en el Martín Carpena. El buen rollo se respira por cada pared del vestuario y al equipo le sale todo. Seis triunfos en los seis primeros encuentros de la temporada (cuatro de Liga Endesa y dos de Euroliga) son la explicación al momento excepcional que se vive en el primer equipo del baloncesto malagueño.

Jamás había ocurrido esto. Jamás se habían ganado los seis choques iniciales del curso. Así que hay que aprovechar el impulso de esta ola. Lo sabe bien el equipo y también, su cuerpo técnico. Sin hacer todavía un gran partido, sin firmar un encuentro redondo, al Unicaja le basta la solidez de su grupo para campar a sus anchas por la Liga Endesa, donde es segundo, y liderar junto al CSKA el Grupo B de la Euroliga.

Un simple momento refleja a las claras el grado de alegría y entusiasmo que se vive en el grupo. El entrenamiento matinal acababa de concluir. Parte del equipo había hecho sesión de pista, con Antonio Herrera y Ángel Sánchez Cañete, mientras que otros jugadores, como Will Thomas o Jayson Granger, estaban en el gimnasio. También hacia bicicleta estática Carlos Suárez, junto a Enri Salinas, el preparador físico del equipo.

El gran protagonista del día era Fran Vázquez. Los tres periodistas que estábamos en el Carpena comenzamos a cuestionarle por su lesión de nariz, mientras por detrás, el uruguayo Granger no dejaba de gesticular y de bromear. Fran aguantó estoicamente hasta que, al final ya de las cuestiones, una voz que llegaba del vestuario retumbó en el pasillo del Carpena: «¡Pinocho!», se oyó. Había sido Suárez, que bromeaba con Vázquez por su golpe en la nariz. El pívot gallego, entre risas, le reprendió: «Es nuestro Pistorius particular», en alusión a Suárez, que sólo ha podido jugar un partido debido a su doble lesión en el gemelo.

Luego Vladimir Golubovic se atrevió a hablar en español. Sus respuestas eran fluidas y muy correctas, hasta que llegó Kuzminskas y comenzó a jugar con el micrófono de 101TV que recogía sus manifestaciones. Otra vez risas.

«Hay un gran ambiente», resumió Vázquez, feliz de que el golpe de Tavares, el pívot del Gran Canaria, se haya quedado en sólo un susto. Todo hacía indicar que se había roto la nariz, pero finalmente se trata de un hinchazón con una brecha en las partes blandas de la nariz. «Estoy bien, no ha sido nada, sólo un pequeño golpe», explicó el jugador. «Al principio parecía más, pero en las pruebas no se ve nada roto y podré jugar el siguiente partido. Fue un susto, cuando vi la sangre me creí que la nariz estaba rota. Entraron los médicos, el nuestro y el de Gran Canaria, y no ha sido nada», relató el jugador.

El de Chantada confesó que Tavares le pidió luego perdón. «Me dijo que lo sentía y son cosas que pasan jugando, no le guardo rencor. Me dio en la nariz y si juegas a este nivel puede pasar. Él me pidió disculpas y está todo olvidado. Intenté volver a la pista y no pudo ser, él me pidió perdón y no hay rencor», explicó. Y aunque la idea era que jugase con una máscara protectora, él mismo la ha descartado: «Voy a jugar sin máscara. Si estuviese rota la nariz sí, pero es sólo un edema y no vamos a jugar con máscara. Tengo que entrenar y pienso en estar al cien por cien para estar con el equipo», señaló de cara al encuentro de Euroliga del viernes en el Martín Carpena ante el Limoges.

Además de la baja de Carlos Suárez ayer tampoco pudo entrenarse el base Stefan Markovic. El serbio sufrió una contusión en el pie en Las Palmas que le provocó una artritis postraumática en el quinto dedo del pie izquierdo. Los médicos aconsejaron que descansara ayer y hoy, en función de su evolución, se decidirá si puede volver al trabajo. En su lugar se ejercitó con el grupo el jugador del Clínicas Rincón, Morayo Soluade.