Nacer en Burkina Faso es nacer en uno de los países más pobres del mundo. La ausencia de agua y la aridez de sus terrenos le convierten en el tercer país más pobre de África y otorga a sus nativos una esperanza de vida en torno a los 50 años. En el departamento de Yaba, en 1989, nació Frejus Zerbo el rocoso pívot del CSP Limoges. Limitado técnicamente, es un jugador con un físico intimidatorio que juega muy bien el pick and roll y suele terminar su acciones con un mate.

La vida no se lo puso fácil al joven Frejus, su padre nació en Burkina y su madre en Costa de Marfil. Poco después de nacer la familia se traslada como han hecho más de tres millones de burkineses al país vecino para trabajar, en este caso su padre lo hacía en la estación del tren. Después de la primera infancia volvió a Burkina para estudiar dos años y vivir con sus tíos mientras su padres, muy pobres, de dedicaban a trabajar todo el día.

Comenzó a practicar deporte pero como portero de fútbol. Cuando volvió a casa en Costa de Marfil, su padre, sorprendido por lo que había crecido, lo apuntó en un club de baloncesto. Jugaban en el asfalto de manera muy rudimentaria, casi no botaban, no driblaban, básicamente tiraban a canasta. Con 15 años se trasladó a Francia para estudiar electromecánica en casa de un primo pero el baloncesto se cruzó en su camino.

Jean Manuel Sousa, un entrenador de Le Havre, le descubrió y quiso que se quedara en la escuela pero había un problema: su visado de turista caducaba en 15 días y no podía residir legalmente en el país. Estaba obligado a volver a Costa de Marfil y arreglar los papeles para volver. Frejus tenía claro que si salía de Francia no podría volver e ideó un plan para quedarse. Fingió ser un huérfano abandonado en la estación de tren de Saint Nazaire. Estuvo 8 horas vagando por la estación, con poca ropa, y según recuerda pasando mucho frío. Recogido por los servicios sociales pasó por varias casas de acogida en Chambery. Después gracias a las gestiones de su mentor, Jean Manuel Sousa, fue trasladado a una familia de Le Havre y pudo desarrollar su pasión por el baloncesto. Dos años en casas de acogida estuvo Zerbo antes de independizarse. En Le Havre coincidió entre otros con el jugador del Laboral Kutxa, Fabien Causeur.

Zerbo confiesa que hay días que duerme hasta las dos de la tarde y que a pesar de ser muy tímido en su vida normal en el vestuario se transforma y es uno de los más charlatanes. Titular en todos los partidos de la Euroliga, sus números no son muy relevantes, pero sí es un jugador que hace mucho daño en eso que llamamos «intangibles», las cosas que no aparecen en las estadísticas. Esta noche, los pívots malagueños no lo tendrán fácil. Chocarán contra una sequoia de Burkina Faso.