Hoy debe ser un día muy feliz para el Unicaja y, sin embargo, y parafraseando a Joan Plaza, hay pocas ganas de sacar el cava de la nevera. El equipo está clasificado matemáticamente para el Top 16. Ésa es la realidad, según las cuentas de este periódico. En cualquier doble o triple empate con los implicados, el Unicaja saldrá beneficiado. Así que el objetivo está cumplido. Y con nota altísima. A falta de dos jornadas para la conclusión de la Fase Regular, el equipo está, por décima temporada consecutiva, entre los 16 mejores de la Euroliga.

Pero lo que debía ser algarabía y paz interior por el trabajo cumplido y bien hecho se ha teñido gris por la fea derrota cosechada en Limoges. El equipo regresó, 14 temporadas después, a la pista donde perdió su primera final de la Copa Korac, y tiró una victoria que estaba bien amasada a mediados del segundo cuarto (12-32). El cómo y el porqué se reduce a una simpleza tan extrema que, en realidad, asusta: una zona rival. Ante ella, falta de ideas, malos tiros, pocos recursos en la pista y en el banquillo... O sea, que estamos en el Top 16, pero con cara de tontos. Y es una pena. Porque la victoria en Limoges hubiese metido al equipo por la puerta grande en la siguiente fase. Y ahora suena raro. Lo que debía saber a gloria se disfruta un poquito menos.

Estoy convencido de que, con el paso de las horas, se nos pasará a todos el mal rato de ayer por la tarde. Que cuando pasen sólo unos días sólo quedará el honor y el prestigio de estar de nuevo ahí. Al fin y al cabo, en los libros de historia no aparece cómo y cuándo te metes en el Top 16. Si no que te has colado ahí, entre los más grandes de los grandes. Y eso otorga una felicidad plena. El año pasado, el equipo lo hizo en la última jugada del último partido de la Fase Regular, contra el Montepaschi Siena. Y ahora, un curso después, el Unicaja lo ha hecho con dos jornadas aún por disputarse. O sea, que la diferencia es bestial.

Quizá pequemos de exigentes. Pero es que, visto lo que le hemos visto a este Unicaja, hay que serlo. Porque ahí dentro hay mucho más de lo que el equipo mostró anoche en la mítica pista del Beaublanc. Hay lo que vimos en unos primeros 15 minutos de partido en los que el Unicaja jugó a un nivel estelar, rozando la perfección.

Es cierto que mantener ese baloncesto está al alcance de unos pocos elegidos. Que provocar tantos errores en el rival parecía improbable. Que seguir martilleando el aro rival, ora con Markovic ora con Fran Vázquez ora con Will Thomas, era un hecho de ciencia ficción. Pero no puede permitirse el Unicaja ese bajón tan desproporcionado. Tocar el cielo francés y, al instante, bajar a los infiernos del país galo.

Y es que, con la máxima para el Unicaja (12-32), con el equipo dominando todos los campos, defendiendo como mulas y con un ataque fluido, con hasta dos opciones de tiro por posesión gracias a un fantástico rebote ofensivo, al técnico local, Jean-Marc Dupraz, se le encendió la bombilla. Puso a sus hombres en una defensa zonal presionante que luego se convertía en una 2-3. Y eso sirvió para cortar el ritmo del equipo malagueño. Los 20 arriba pronto se convirtieron en 15 (19-34) y luego en 13 (21-34), marcador con el que se llegó al descanso. El Unicaja había cambiado. Todo lo bueno -que había sido muchísimo- que hizo hasta ese momento, se borró del mapa. Y eso que Joan Plaza había apostado por tener juntos a los dos bases, Markovic y Granger. Pero el Unicaja no supo atacar esa zona. Cinco minutos estuvo en uso y sólo dos puntos anotó el equipo malagueño. El balón no fluía con rapidez, los pases horizontales no hacían daño a la defensa francesa, la bola no llegaba al poste bajo, no se buscaban referencias interiores... y así no le fue bien al Unicaja. A pesar de todo eso, el colchón que había recolectado, su gran defensa y el nulo acierto exterior del Limoges, mantenían a los verdes por delante. Y con cierta comodidad.

Pero tras el paso del vestuario, el Unicaja no fue capaz de cerrar esas vías de agua. No hubo forma. La pizarra de Plaza no funcionó. Y el triplista local, Jamar Smith, abrió la lata desde el arco de 6,75 metros. El Limoges irrumpió en el partido: 28-36. Y por dentro, Batista, con pico y pala, hizo muchísimo daño en la zona. El Unicaja, que ganaba por 20 (12-32), que se las prometía felices, alzó la vista al electrónico y vio el partido, palpó sus propias miserias y pudo percatarse de que en Limoges, de nuevo, le iba a tocar sufrir. Y muchísimo: 41-41. Duro de asimilar y complicado de explicar. Pero así fue. La intensidad del rival subía al tiempo que las ideas del Unicaja bajaban. Y en ese intervalo de tiempo y de sensaciones, el Limoges se vio ganador. Fue superior y jugó un baloncesto más rico y lógico. Como hace una semana el Alba en Berlín.

El Unicaja seguía empeñado en tirar desde fuera. Y cometió el error de intentarlo una y otra vez. Llegó al final con casi tantos intentos de dos (35) como de tres (31). No había circulación y ver las caras y las acciones de Granger y Toolson reflejaba tal cual el mal momento del equipo malagueño. Plaza pidió tiempo y luego hizo un triple cambio. El Unicaja dio señales de vida. Y se marchó al final del cuarto con una mínima ventaja: 43-46.

Pero siguieron las malas decisiones. Plaza lo fió todo a sus hombres de «seguridad». Granger demostró que atraviesa un mal momento y Suárez dejó claro que viene de estar mucho tiempo parado, sin hacer pretemporada. Con todo esto, sin Kuzminskas o Thomas en pista, Markovic se echó al equipo a la espalda, ante el mal día en el tiro de Toolson, que acabó como el máximo anotador y 15 puntos, cifra para la que necesitó 18 tiros a canasta. Pero en defensa (Plaza puso una zona al final), Curry encontró el camino del triple y Boungou-Colo dominó los aros. Así que el 65-61, a 16 segundos, lo ponía todo patas arriba. Toolson anotó el triple más inverosímil, pero luego falló un tiro libre. Con 67-64, a 5.8 segundos, lanzó el segundo a fallar, él cogió el rebote y pasó a Suárez. El alero tuvo el triple del empate. Pero no entró. Como tantos otros para el equipo (22,6% en el tiro de tres). El mal rato aún dura, pero hoy se aclarará todo. El Unicaja vuelve a estar en el Top 16. Y es un éxito tremendo y tiene un mérito increíble. Felicidades, cajistas.