Más líderes, en solitario, con dos triunfos sobre Real Madrid, Barcelona, Joventut y Bilbao con el Carpena lleno a rebosar, ganándole al poderoso equipo blanco, saliendo afónicos de un Palacio entregado, tras una prórroga vibrante y emotiva... ¿Que esto no es Disneylandia? Sí, claro que sí, esto es como un parque de atracciones... ¡O mucho mejor! El Unicaja llevó anoche al séptimo cielo a su «marea verde», a la que tantos ratos de sufrimiento le ha regalado en los últimos años con un grandísimo triunfo, logrado a base de trabajo, esfuerzo y pico y pala. Quizá no fue el partido con más calidad del mundo ni en el que hubo más acierto ni se vieron mejores números, pero el Unicaja hizo un sobreesfuerzo anoche, uno más, para acabar 2014 a lo grande, ganándole a un Madrid con dudas, pero herido y temible, y firmó una jornada redonda.

Porque el equipo cumplió con lo suyo, cumplió de sobra, en un partido vibrante y que entronizó a la pareja Granger-Vázquez. Y, de paso, aprovechó las derrotas de Barcelona y Joventut, que le perseguían junto al Madrid, para aventajar ya en dos victorias al cuarteto de «segundones». No hay que pellizcarse, no. Ni siquiera se ha bebido una copita más aprovechando que hoy es Nochevieja. Estamos con dos triunfos más que los transatlánticos de la ACB y de Europa, y de la revelación badalonesa. Y eso, viendo lo que hay, sabiendo de donde venimos y lo que tenemos, es una verdadera pasada. Un sueño propio de estas fechas, de Navidad.

«Programa, programa y programa». Es la frase, la coletilla, a la que aludía Julio Anguita, líder de la izquierda española, a mediados de los 90. En esa época, en Badalona, se abría paso un joven entrenador llamado Joan Plaza. El joven Plaza trabajaba en una de las canteras más ricas del baloncesto español. Y 20 años después ha llegado a Málaga a meternos por los ojos su «programa» que, en su caso, consiste en «competir, competir y competir». Plaza está obrando un pequeño milagro en el Unicaja. Está haciendo «competir, competir y competir», sin complejos, con muchas limitaciones y con la jerarquía de los elegidos, a un equipo que «pasa» de presupuestos, que no mira al rival, cualquiera que sea, y que ha vuelto a llenar el Carpena. Pensándolo bien, más que un pequeño milagro, es un milagro mayúsculo.

El Unicaja ganó anoche. Pero da igual que hubiera perdido. En la prórroga o antes, frente a un Madrid enrabietado, herido y repleto de talento, millones y una plantilla en la que cualquiera sería titular indiscutible en cualquier plantilla del Viejo Continente. Incluido, por supuesto, el Unicaja. No se amilanó el Unicaja ante nada ni ante nadie. Ni ante un Rudy tocado por los dioses ni ante un Madrid que quería guerra desde el salto inicial y que amenazó con romper el partido en mil pedazos en el arranque del segundo cuarto (19-32). Era un Madrid al que le entraba todo, absolutamente todo. Un Madrid en el que Laso alternaba las defensas en individual con las zonas 2-3 ó 1-3-1... un Madrid de campanillas, que en nada se parecía al que jugó en el Palau ante el Barcelona hacía dos días.

Pero ante eso y contra todo pudo el Unicaja. Que forzó la prórroga y que luego, en esos cinco minutos extra, anotó la escandalosa cifra de 22 puntos. Más que en tres de los cuatro cuartos anteriores. Y eso que Granger cometió la quinta. Granger, al que le temblaba el pulso (parece más un tema de cabeza) y erraba tiros libres, se echó el equipo a la espalda, a medias con Fran Vázquez. Más quisiera el Madrid de Laso permutar a Granger por Campazzo y a Fran por... a Fran por cualquiera, porque no hay un pívot en toda Europa que juegue como jugó Fran anoche, como ya hizo en el play off ante el Madrid, del que aún había cuentas pendientes entre unos y otros. Y decía lo del milagro de Plaza porque ayer el Unicaja, su Unicaja, su obra, su equipo, funcionó y compitió en paños menores. Sin Markovic (que apareció y a lo grande en la prórroga), sin sus anotadores exteriores (Toolson se «reservó» para el final y Vasileiadis apenas pudo ayudar), sin su «perro de presa» Stefansson y sin su «cuatro» titular, Caleb Green, que se hizo dos «airballs» desde la línea de tres que dieron bastante pudor.

Pues sin más de medio equipo estuvo el Unicaja compitiendo ante el Madrid. Es verdad que tras su meteórico arranque pleno de acierto el Madrid no funcionó igual. Es cierto que se ve a los blancos muy cogidos con alfileres, con mucho miedo, con poca consistencia y sin el brillo y esplendor de los últimos años. Pero es que el Unicaja tampoco jugó como los hados y, sin embargo, lo dio todo para competir. Ese «programa, programa y programa» en modo Joan Plaza.

El Unicaja hizo ayer que el Carpena entrara en erupción. El volcán verde ha estado mucho tiempo apagado y anoche emanó rugidos de placer y de éxtasis, con el beneplácito de los árbitros. Tras tantos «atracos», tras tantos lamentos, los tres del silbato respetaron ayer al Unicaja e incluso, con el partido ganado, castigaron con una técnica al banquillo del Madrid y otra a Felipe. Y acabaron con el partido antes de tiempo tras una falta antideportiva a Toolson, en saque de banda. No le tembló el pulso al americano, que anotó todos sus tiros libres y dejó en agua de borrajas el susto de Llull (94-92), a pesar de las faltas tontas del equipo. El Unicaja ganó (99-92) y celebrará la Nochevieja más líder todavía y más felices que un niño de vacaciones en Disneylandia.