­Le escuché decir un par de veces al maestro Bozidar Maljkovic que los grandes equipos son los que se levantan rápido tras una gran caída. El Unicaja se estrelló el viernes ante el Emporio Armani Milan, dejando su acceso al Top 8 de la Euroliga en un serio apuro, tras ese grave accidente de, quizá, consecuencias irreversibles. Y el Unicaja se levantó ayer, con la visita del Bilbao Basket, que llegaba al Martín Carpena tercero en la Liga Endesa, tras ganar a Madrid y Barça. Lo hizo de un salto, de un brinco, con una tremenda actividad.

También oí decir una vez a otro maestro, Sergio Scariolo, que en noviembre o diciembre no se reparten títulos; que no conocía a ningún club con el título de mejor equipo de noviembre en sus vitrinas. Lleva razón el técnico más laureado en la historia del club. El Unicaja consiguió ayer por la tarde el honorífico campeonato de invierno de la Liga Endesa. El registro no quedará reflejado en ningún libro de historia. La vitrina de Los Guindos tampoco recibirá ninguna copa como premio al Unicaja por haber finalizado la primera vuelta de la Fase Regular liguera 2014/15 como campeón, en el primer puesto de la tabla, por primera vez en su historia. Por delante de Madrid o Barça.

El Unicaja es desde anoche el mejor equipo de la primera vuelta, liquidó la visita del peligroso Bilbao Basket tras el batacazo y la decepción europea del viernes y, de paso, batió una marca que sí que quedará grabada en los libros de historia del club. Este Unicaja 2014/15, de la mano de Joan Plaza, ha firmado la mejor primera vuelta de toda la trayectoria como club. Jamás hasta ahora el equipo malagueño había acabado la primera vuelta con 14 triunfos en 17 jornadas. Nunca antes lo había hecho. Ni con Javier Imbroda ni con Boza Maljkovic en los banquillos, que tenían, hasta ahora, la mejor marca, con 13-4.

Y lo ha en hecho una primera vuelta increíblemente difícil, en la que se ha jugado en la pista del Barça, en la del Joventut, Valencia, Gran Canaria o CAI. Todos, repito, todos, equipos de Copa del Rey, y con los que el Unicaja se ha medido lejos del Carpena.

El nombre del partido ante Bilbao fue Carlos Suárez. En toda la extensión. Por su incansable trabajo defensivo, por sus intangibles y por lo que se ve, por sus puntos (16), rebotes (4) y valoración (25).

Suárez se encontró cómodo en su puesto de alero y también como «cuatro», el lugar en el que tiende a ser más dominante. Tras su parón por lesión, el madrileño ha vuelto con un tren superior enorme, pero ha perdido movilidad lateral y potencia en sus piernas. La va recuperando. Pero viendo el nivel y la progresión de Kuzminskas y que Caleb Green no termina de encajar, Plaza utilizó ayer la variante y el Unicaja jugó sus mejores minutos con el lituano de «tres» y Suárez de ala-pívot abierto. Porque además ayer las metió de tres puntos.

El partido contra los vascos, el conjunto revelación de la Liga Endesa, de la que estuvo excluido casi todo el verano y entró por decisión judicial, siempre estuvo de cara. Salvo un leve despiste en el primer cuarto (19-22), los verdes mandaron. Suárez activó al equipo, con buenos minutos de Stefansson, para irse 41-30. El equipo siguió tirando de manual, con Suárez tocando todos los palos, Toolson anotando y Fran dominando los dos aros. Y se llegó al 59-43, mediado el tercer parcial, que ya parecía poner redondo el choque.

Es más, Plaza comenzó a verlo muy claro. Retiró a Suárez y unos segundos después a Granger y Fran Vázquez. Pero entonces la grada enmudeció temiéndose uno de los famosos bajones del equipo. El Bilbao lo aprovechó y se puso 59-51. Se mascaba la tragedia, más por los recuerdos pasados, por las remontadas vividas en primera persona, que por los méritos de los «hombres de negro». Así que Plaza paró el partido, tras el último triple de Mumbrú, que estuvo a un gran nivel y tiró del cuadro de Vizcaya. Y el equipo respondió. Suárez, quién si no, anotó de tres. Con 64-53 se llegó al final del tercer cuarto. Y último acto comenzó con canasta de Golubovic, otra de Kuzminskas, un triplazo para el lituano y un nuevo enceste del pívot balcánico. Del temeroso 59-51 se pasó al 73-53. Diferencia máxima, con 20 arriba. Un tope que aún subió un poco más, hasta el 78-55. El Carpena ya sabía que ésta no era una de esas ocasiones de hastío. Todo lo contrario. Maquilló el Bilbao todo lo que pudo, con un Dejan Todorovic que quiso hacer más de lo que debió, comido por los nervios y la tensión.

Ganó el Unicaja (86-74), que acaba invicto en el Carpena la primera vuelta liguera, que finaliza campeón de invierno y con su mejor primera vuelta en la historia del club. Mucho mérito. Muchísimo.