La grandeza del Unicaja, del líder y campeón de invierno de la Liga Endesa, consiste en su unión, en su carácter competitivo que le hace ser mucho mejor como grupo que como individuos, que le permite jugar y ganar a plantillas con jugadores en muchas ocasiones superiores, por caché e incluso por talento y calidad. El Unicaja ha jugado contra el CSKA, el mejor equipo de Europa, tres partidos este año, con el de anoche cuatro. En todos había jugado y competido. Lo de ayer fue otra cosa. Llámenlo turismo, si quieren. El Unicaja fue de visita a Moscú y se vuelve hoy a España con la mayor paliza de la temporada y de la era de Joan Plaza, con la moral por los suelos y sintiéndose apaleado y humillado.

El Unicaja ha perdido ya diez de sus once últimos encuentros en Euroliga. Desde este humilde rincón han salido escasas críticas porque se entendía que la mayoría de tropiezos era incluso lógico, más allá de la fea costumbre que adquirió el equipo de ir ganando por 15 y al final tirarlo por la borda: Berlín, Limoges o Anadolu Efes. Pero en todos esos partidos el Unicaja estuvo ahí. Compitió, dio la cara y cayó por pequeños detalles. Por falta de equilibrio y sabiduría en minutos importantes, por la ausencia de un «jugón» o por otras cuestiones más o menos ya analizadas y aclaradas.

Pero lo que este equipo no puede hacer, no puede permitirse, es bajar los brazos y abandonarse. Eso está prohibido, por mucho rival que haya delante. Llámese CSKA o llámese Morabanc Andorra. El Unicaja no puede dejar de correr y trabajar en defensa porque un tiro no entre. No debe dejar de ser solidario en defensa, tirar su honestidad a la basura y sentarte en la fiesta de cumpleaños de otro a soplar las velas. El Unicaja de ayer fue un timo, una estafa. El equipo no se ganó el sueldo, no fue digno de llevar al pecho el escudo del club. Se dejó humillar y pisotear. Defendió con la mirada, dejó a un lado sus principios, toda la ética de trabajo que le ha traído al lugar colosal en el que está, y se dedicó a hacer turismo en el Universal Sport Hall del CSKA.

Al equipo nadie le puede obligar a pasar al Top 8, porque tiene lo que tiene y es lo que es. Pero sí que hay que exigirle que no ponga la otra mejilla cuando De Colo le clave un triple, y que sea agresivo en la defensa, ajustado en las marcas y que tenga algo de vergüenza torera. Por un momento pareció que ayer a los jugadores no le dolían las cosas. Que les daba todo exactamente igual. El Unicaja perdió ayer su dignidad, y eso no se puede tolerar ni perdonar.

Perder por 27 puntos en Moscú ante el CSKA no es ni un drama ni una entelequia, ni siquiera un accidente. Porque el equipo ruso es una auténtica pasada. Basta que le pierdas la matrícula en tres posesiones para que de perder por uno (26-25) pases a palmar por ocho (34-28) y de ahí a once (44-33). Pero una cosa es que ellos te saquen de la pista a golpes y a triples y otra muy diferente es que tú tires directamente de la cadena... 86-57.

No puede permitírselo de nuevo el equipo. Porque hasta ahora su gen competidor le ha mantenido vivito y coleando, siempre, dentro de los partidos. De hecho, su mayor derrota se produjo en Moscú, por supuesto, por sólo 10 puntos de diferencia. Ahora los 27 marcan un récord negativo, como las ocho derrotas consecutivas que lleva ya el equipo en Euroliga, 10 de las 11 últimas en total. Unas cifras inexplicables que van a acabar enterrando las opciones malagueñas de Top 8 antes de tiempo.

Caer en Moscú es lo más normal del mundo. Duelen las formas. Así que hay que aprender de lo de anoche, tomar nota y sacar conclusiones de lo sucedido, porque mañana el equipo juega en Andorra y allí debe demostrar otra actitud muy diferente.

De la Euroliga y de las opciones de Top 8, pues ciertamente la cosa no cambia mucho respecto a la pasada semana. En Moscú va a caer todo el mundo, todos los rivales del Unicaja en la lucha por la siguiente fase. Y da igual hacerlo por 27 que por 15. Ese average no estorba. La lucha sigue siendo llegar a siete-ocho victorias para tener opciones reales, y ahora hay que conseguirlas en sólo diez jornadas. O sea, que el margen de error se reduce de forma casi suicidada. Cada partido será una final y eso causa un exceso de ansiedad que, a la larga, puede ser contraproducente. Más, viendo de dónde venimos: 10 derrotas en 11 partidos en Euroliga. Complicado mirar más allá de la próxima semana, con la visita al Carpena del Fernerbahce. Ése sí es el partido del Unicaja. El día de turismo por Moscú de ayer echado está. Y mejor no darle más vueltas...