Es tiempo de play off en la Liga Endesa. La hora de la verdad. La de los partidos pierde-paga. La hora en la que los mejores deben demostrar que son los mejores. El Unicaja entendió ayer el reto que tenía por delante, recuperó su mejor versión, la del equipo que ha estado 21 jornadas líder de la ACB, pasó por encima del Laboral Kutxa Baskonia y puso el 1-0 en el marcador de su cruce de cuartos de final. No hay nada hecho. Es verdad. Ni éramos tan malos la semana pasada ni somos tan buenos hoy. Pero lo que no se puede negar es que el objetivo está mucho más cerca. A solo un pasito más.

En una eliminatoria exprés como ésta, al mejor de tres partidos, ganar en el arranque supone un plus que pocas veces no resulta decisivo. Por eso había que sumar ayer el 1-0 sí o sí. Lo que quizás no entraba en ningún cálculo previo es hacerlo de forma tan autoritaria. Sin sufrir. Como si fuera un simple partido de la Liga Regular ante un rival menor. Un lujo.

Dudo yo que alguien saliera anoche del Carpena arrepentido de haber ido al Palacio y de haber pagado la entrada. El esfuerzo del aficionado que anoche perdió tiempo de descanso en el sofá de su salón, cenó por encima de las 11 de la noche y no pudo disfrutar un rato de los «peques» de la casa, quedó compensado por lo que le ofreció su equipo en 40 minutos intensos, emocionantes y de puro básket. Porque el Unicaja fue ayer un rodillo. Lo hizo todo bien. Defendió, reboteó, corrió, tiró de banquillo y anotó con facilidad. Ganó la lucha bajo los aros al mejor equipo de la Liga en la pintura (47-31) y dejó al segundo mejor ataque de la ACB en 26 puntos al descanso y en 55, al final. O sea, que cumplió al milímetro lo que marcaba la hoja de ruta prevista por Joan Plaza.

La previsión hablaba de una serie equilibrada. Quizás más por el nombre del rival que por lo que ha mostrado esta temporada un Baskonia fuera de la Copa del Rey y con billete para el play off a ultimísima hora. Se intuía el equilibrio porque ellos venían en buena dinámica y los de Plaza andaban algo cariacontecidos el último mes. Pero nada que ver. El 1-0 se vio claro desde el salto inicial. La superioridad de los verdes fue, por momentos, hasta insultante. Las diferencias por encima de los 20 puntos en el tercer cuarto así lo demostraron.

No sé qué pasará mañana en Vitoria. Estoy seguro de que el Laboral Kutxa saldrá a morder y con el orgullo herido. Pienso que el partido no tendrá nada que ver con el de anoche. Pero pase lo que pase, sí digo alto y claro que este Unicaja (el de ayer y el de tres cuartas partes de la temporada) se merece estar la semana que viene en las semifinales. Puede ser una opinión parcial. De hecho, lo es. Pero también es la opinión de alguien que ha visto jugar al equipo de Joan Plaza los últimos siete meses cada tres o cuatro días. El Unicaja ha sido mucho tiempo el mejor de la Liga. Un líder por derecho. Por eso los cuartos de final no pueden -no deben- ser su tumba de esta temporada 14/15. El Baskonia es un equipo con solera, un «grande» de la ACB, un rival que ayer fue un juguete roto en las manos del Unicaja, pero que no se arruga nunca y menos en su Buesa Arena. Pero en este cruce no hay sitio para los dos. Uno tiene que «morir» para que el otro viva. Y el Unicaja ha hecho muchos más méritos para tirar pa´lante desde septiembre. Esto es una realidad y nadie la puede negar.

No me quiero olvidar de la grada. Anoche fue de chapeau. No se llenó el Carpena. No sé por qué, pero no se llenó. Faltaron más de mil asientos por cubrirse. Pero el aliento y el ánimo que recibió el equipo de los 8.000 que fueron desde el mismo salto inicial fue espectacular. Ayudó la superioridad cajista, pero no se puede negar que la «marea verde» se puso ayer la camiseta número 6 y lo dio todo.

Hoy toca volver a empezar. Madrugón y viaje a la capital del País Vasco. Mañana, desde las 20.15 horas, segundo asalto. ¿El último?... Ojalá.