Dicen algunos que la Fase Regular de la Liga Endesa no vale para nada. Que es una sucesión de partidos sin ton ni son en los que no hay nada en juego... Mentira. Y de las gordas. Ocho meses currando a pico y pala le sirvieron ayer al Unicaja para tener la ventaja de campo el día «D» y a la hora «H». Y con ese factor pista a favor, el pase a semifinales de los verdes vino rodado. Créanme, si el partido de anoche hubiera sido en Vitoria, es muy probable que hoy los verdes estuvieran de vacaciones. Pero como el desempate fue en Málaga porque el Unicaja se lo ganó de octubre a mayo...

Cinco días frenéticos, tres partidos de puro play off, 12 cuartos y 120 minutos después, el Unicaja cumplió con su objetivo. Por segunda temporada consecutiva, Joan Plaza y sus chicos pasearán palmito desde el viernes de esta misma semana en el penúltimo cruce por el título de la ACB, un coto privado al que solo llegan los cuatro mejores equipos de la que unánimemente es reconocida por todos los analistas como la mejor Liga del mundo, al margen de la NBA. O sea, un logro que no por esperado puede pasar de puntillas o no ser merecidamente celebrado hoy por todo lo alto por el «unicajismo».

Ha sido un cruce «extraño». Con más pasión que baloncesto. Con idas y con venidas, como mandan los cánones en el play off time. El Unicaja avasalló el jueves en Málaga poniendo el 1-0. El Baskonia no dio ni opción el sábado en Vitoria, igualando 1-1. Anoche, en el desenlace de la serie, los vascos fueron mucho mejores hasta el descanso y el Unicaja lo bordó tras el intermedio, a la hora de la verdad, cuando había que decidir quién seguía y quién se quedaba.

El fiestón de ayer en el Carpena queda ya para el recuerdo. La «marea verde» no llenó el Palacio, pero animó como si le fuera la misma vida en ello. Desde el primer minuto al último. E incluso después del bocinazo final, obligando a los jugadores a volver del vestuario a saludar en una imagen que ni los más viejos del lugar recordaban. Fue emocionante ver a los jugadores con sus chanclas dando la mano uno a uno a los aficionados que les vitoreaban en el Fondo de animación desde el que la banda «tira» cada día del resto del Carpena.

La afición fue un apoyo continuo en los mejores momentos de su equipo y también cuando más apretó el Baskonia. Estoy harto de oír a los entrenadores rivales decir que cuando el Palacio grita como ayer es casi imposible ganarle al Unicaja en Málaga. Y visto lo visto, creo que no es ninguna exageración. La comunión grada-equipo, tan necesaria como perdida años atrás, escenificó anoche una versión del «infierno verde» en la que el Laboral Kutxa ardió. El aliento de los 8.591 fieles que estuvieron en las gradas, según las estadísticas oficiales, fue tan clave en el pase a «semis» como los rebotes de Fran Vázquez, los puntos de Granger, la raza de Germán Gabriel y la defensa zonal que se sacó de la pizarra Joan Plaza en el tercer cuarto, que cortocircuitó el ataque rival y fue el principio de todo lo que llegó después.

El duelo decisivo de la serie tuvo todos los ingredientes de un partido de desempate de play off. Fue brutal. 40 minutos sin pausa. Hubo emoción, intriga, pasión, sufrimiento... y, sobre todo, éxtasis extremo cuando la bocina anunció en el minuto 40 que la Liga había acabado para los vascos y que los cajistas seguirán sudando al menos 9 días más.

El 2-1 en la serie hace justicia con el Unicaja. En juego estaban 8 meses de trabajo y 21 jornadas en el liderato en la Liga. Todo podría haber quedado en una pura anécdota si ayer hubieran venido mal dadas. No hubiera sido justo, pero deporte y justicia son dos palabras que pocas veces van de la mano en este mundillo.

El equipo entendió el órdago que tenía en este tercer partido de cuartos. Supo sufrir en la primera parte, cuando el Baskonia más y mejor lo hizo. Después del descanso, ya todo fue diferente. Apretó atrás y a partir de su defensa creció y creció hasta aniquilar a su rival permitiéndose el lujo de acabar sin sufrir.

Estaba claro que la resolución de la eliminatoria dependía de si se imponía la defensa verde o si el ritmo en el marcador lo llevaba el ataque baskonista. Recibiendo 51 puntos al descanso, por ejemplo, era imposible ganar. Y es que si el marcador se iba por encima de 80 puntos, el Laboral Kutxa pasaba a ser más favorito. El equipo de Ibon Navarro juega a meter un punto más que el rival. El Unicaja de Joan Plaza, sin embargo, se siente mejor jugando a partir de su defensa, «muriendo atrás» y buscando que el rival le meta un punto menos. Los 77 puntos que anotó el Baskonia parecen muchos, pero fueron solo 26 tras el descanso. Ahí estuvo la clave.

Un actor habitualmente «secundario» como Germán Gabriel fue factor desequilibrante anoche. Cinco puntos casi seguidos del canterano en el último cuarto sirvieron para acabar con la resistencia vitoriana. Otro jugador que no suele brillar, Stefan Markovic, fue clave por su defensa y por su dirección de partido. Los rebotes finales de Fran Vázquez, sobre todo en ataque, y las canasta de Granger pusieron la puntilla.

El viernes empiezan las «semis» en el Palau Blaugrana de Barcelona. Espera allí un Barça en estado de gracia, que se ventiló por la vía rápida al FIATC Joventut y que tendrá el factor pista a favor y también toda la presión de quien necesita ganar para salvar una mala temporada sin Copa y sin Final Four. Pero eso será ya otra historia. Hoy es día de disfrutar. Enhorabuena.