Justo una hora antes de que se abrieran las puertas de acceso al Palau Blaugrana, 59 «valientes», ataviados con la camiseta del Unicaja hicieron su entrada en el vetusto pabellón culé. Era la culminación a un largo viaje que comenzó 13 horas antes, desde Los Guindos, donde la expedición había partido en la madrugada del sábado. Aunque, en realidad, todo comenzó el viernes por la noche, cuando el Unicaja se «cenó» al Barça en el Martín Carpena y firmó el 2-2 en la eliminatoria. Un empate que pocos esperaban y que hizo que el club se moviera rápido para fletar un autobús hacia la Ciudad Condal, sufragado en parte por el propio Unicaja. Y es que el FC Barcelona, en un alarde de «valors», puso las entradas para los miembros de la «marea verde» a 31 euros, mientras que a sus aficionados las rebajó a sólo cinco.

Las redes sociales hicieron el resto. El viernes por la mañana, en la tienda del club en Los Guindos, se vendieron las 59 plazas del autobús hasta Barcelona, con entrada incluida, por sólo 30 euros. Y ahí es cuando de verdad comenzó el viaje de este grupo de entusiastas que, llegado el punto, rozó la «locura», como contaba Arturo, uno de los aficionados. «Te mentiría si te dijera que durante la noche no me he llegado a arrepentir de haber venido. Han sido muchas horas en autobús», decía este joven aficionado.

El «perfil» del tipo de hincha que se desplazó es de un joven varón de unos 25 años. Aunque había de todo, incluida varias parejas. «No nos lo podíamos perder, el viaje ha sido muy largo pero vale la pena», decía José Luis, junto a su novia, muy tímida, que no quería hablar.

«Sí se puede, sí se puede», gritaron al unísono los malagueños que llegaron al Palau, que fueron ubicados en una zona marginal, en la parte central más elevada, y eso que sus entradas costaron 31 euros por cabeza.

«Málaga, Málaga», continuaban mientras el equipo calentaba en el parqué, con 45 minutos aún para las 17.00 horas y con apenas un centenar de aficionados en el resto del graderío del Palau.

Cuando arrancó el encuentro, los espectadores se trataron de hacer oír, aunque en el Palau ya había unas 6.000 personas y se hizo más difícil. Además, cerca de ellos tiene su sitio la peña «Dracs», los animadores más pasionales del conjunto catalán. Aún así, lo intentaron y cada acción de mérito del equipo era respondida por jaleo, gritos y algarabía.

Y durante el partido fue un festival. «Málaga, Málaga», se podía oír perfectamente. Incluso obligó al público local a hacerles callar. Fueron el sexto jugador y, como decían, representaban a los 10.000 de Málaga, aunque sólo fueran 0 (59 aficionados y Nacho, cámara de televisión de Onda Azul).

Incluso al final, los malagueños pidieron que el equipo regresara del vestuario. No lo hizo, y sí el Barça. «Navarro, vete al teatro», le gritaron. Luego se marcharon a saludar y fotografiarse con los jugadores y el equipo les regaló las camisetas y pantalones del partido y del entrenamiento. El bus tenía previsto llegar nunca antes de las 9 horas.