­Los centímetros en el baloncesto son un bien preciado y muy escaso. Las franquicias de la NBA se «pelean» por los jugadores grandes que se forman en Europa. Y el Unicaja bien lo sabe. Los ojeadores iban regularmente a Vélez Málaga para ver jugar a Vitor Faverani en el equipo filial. Luego fue Joel Freeland el que hizo las maletas en dirección a Portland. Y más tarde el serbio Kuzmic abonó su cláusula de rescisión y fichó por los Warriors, los vigente campeones de la NBA. Los hombres de siete pies valen su peso en oro. Y el Unicaja lo sabe y cuida con mimo a sus nuevas «torres».

Joan Plaza ha llamado a filas para realizar esta pretemporada al balcánico Kenan Karahodzic (2,09 metros), al congoleño Viny Okuo (2,15) y al rumano Cristian Uta (2,11). De los tres, Karahodzic es el más desarrollado, el que tiene un presente más inmediato y el que Plaza, además, pule con mimo gracias a la gran labor del club, que le proporciona formación académica fuera de las pistas y le «mima» para que llegue a lo más alto.

No es un pívot Karahodzic, todo lo contrario. El coach quiere que juegue de «tres», aunque también lo haga de «cuatro». «Él me pide que me entregue en cada entrenamiento y jugar como alero requiere más esfuerzo y más trabajo, pero yo estoy dispuesto a hacerlo», señala el bosnio, que ayer, con sorna y buen humor, no dejaba de recordar el partidazo del serbio Bjelica contra España en el Eurobásket. «El entrenador me ha pedido que sea más duro y que me esfuerce. Espero que me ponga ahora en algunos partidos y poder hacerlo bien», dice.

Karahodzic es ya más presente que futuro. El club y sus agentes charlaron este verano para buscarle incluso una cesión a un equipo ACB, pero Plaza lo tiene claro y lo quiere a su lado, junto a él. El técnico desea trabajar y pulir esta joya de la cantera de Los Guindos, que tiene un increíble futuro. Kenan, nacido en Backa Topola en 1996, trabajará a diario con el Unicaja y, si no tiene sitio en el «12» de Plaza, jugará en LEB Plata con el Clínicas Rincón. «Es más fácil para mí esta temporada, porque ahora sé lo que voy a hacer, y cuándo es mi entrenamiento». El chico llegó a Málaga en enero de 2012, por lo que ya cuenta como cupo de formación. Otro factor favorable para él. Por eso se le renovó por cuatro temporadas el pasado verano. La idea es que entre en el equipo paulatinamente y que la próxima temporada ya juegue asiduamente en la ACB, bien cedido en otro equipo bien en el propio Unicaja.

Los dos recién llegados a la dinámica del Unicaja son dos pipiolos, el rumano Uta y el africano Viny. Cristian Uta tiene sólo 17 años y cumplirá los 18 el próximo 24 de diciembre. Nacido en Tirgu Mures (1997), llegó a Málaga cuando era cadete de segundo año, hace ya tres temporadas, y ahora «debuta» como sénior. Sus 2,11 metros le deparan un gran futuro, porque tiene un talento innato descomunal para jugar al baloncesto. No ve el momento de poder debutar con la camiseta del primer equipo en el Torneo Costa del Sol, que arranca el jueves ante el poderoso Khimki ruso. «Estoy muy feliz. No me esperaba estar ya en el primer equipo, creía que iba a tardar un año más», explica. ¿Y cómo juega? Él mismo lo explica: «Soy un pívot alto, me gusta jugar de espaldas al aro, en el poste bajo, pero también puedo jugar de cara al aro y botar. Cojo rebotes y puedo jugar el pick and roll. Me falta ser más duro y coger más peso. Plaza quiere que sea duro y valiente, que tire sin miedo si tengo un tiro», explica a este periódico.

La «torre» es Viny Okouo, una mole de 2,15 metros, poderosísimo y que hace mucho daño junto al aro. El pasado año, en el Campeonato de Andalucía Júnior, los rivales se hacían fotos con él tras los partidos. Viny, un chico simpático y sonriente, necesita mejorar muchísimo en todos los aspectos, especialmente en la lectura de juego. El congoleño llegó a Málaga en marzo de 2013, con sólo 15 años (10/4/1997), y es otro es otro de los valores del club. Boni Ndong trabaja a diario con él para que mejore, y él da pasitos en cada entreno. Cuando llegó al Unicaja jamás había jugado en un club federado, y aún hay un largo trabajo por delante. Sus cualidades físicas privilegiadas le deparan un esperanzador futuro.