Un magistral Mindaugas Kuzminskas guió anoche al Unicaja hacia la victoria en el estreno de la Euroliga 2015/2016 para los verdes. Cayó la primera victoria porque el Unicaja fue mejor que el Brose, porque tuvo habilidad para administrar sus pros y también para minimizar sus contras, pero, sobre todo, porque tiene en su plantilla al internacional lituano. Kuzminskas se valió por sí mismo para subir a la clasificación el 1-0. Hizo 18 puntos, capturó 5 rebotes, repartió 3 asistencias y se fue hasta los 24 de valoración en menos de 22 minutos. Imparable. Es un lujo que vista la verde y morado.

La primera noche continental del curso anunció lo que está por venir. Y es que hay que asumirlo: estamos ante un grupo europeo distinto a cualquier otro del pasado reciente. La (mala) suerte quiso el día del sorteo que el Unicaja tenga que compartir liguilla con tres rivales multimillonarios (CSKA, Maccabi y Darussafaka) y dos campeones de Liga (Brose y Sassari). Nada de los Cedevita, Limoges, Avelino, KK Zagreb o Prokom de temporadas pasadas. Y claro, si no hay «marías», pues tampoco hay margen para el error.

Con compañeros de viaje con semejante pedigrí, es evidente que ganar anoche era una necesidad. La lógica dice que el Brose es uno de los principales candidatos a quedarse en el camino cuando esta primera fase eche el cierre, en vísperas de la Navidad. Contando que Maccabi y CSKA parecen estar a otro nivel, el Unicaja tiene claro que en los partidos contra los otros tres rivales estará en juego su suerte continental. Por eso el 76-71 de anoche tiene un valor superlativo, por mucho que fuera solo la primera jornada europea.

El equipo estuvo intermitente... igual que en Murcia. Fue un quiero y no puedo... igual que en Murcia. Tuvo dos o tres veces en la mano romper al rival, pero fue incapaz... igual que en Murcia. Está claro en este arranque de temporada que falta instinto asesino. Se echa en falta meter una marcha más cuando el rival se tambalea. Eso permitió el domingo al Murcia jugarse el partido al cara o cruz final. Yeso permitió ayer al Brose acabar con un digno -5 en el marcador, poca renta para lo visto sobre el parqué del Palacio.

El caso es que en una miniliguilla exprés de 10 partidos empezar ganando siempre te da un plus. Las cuentas continentales son muy claras: con 5 victorias el pase a la segunda fase estará asegurado. ¿Con 4? Pues si es acompañado de un buen average con los rivales directos, casi seguro que también.

El Brose demostró en Málaga que va a dar guerra. Su pista ya se sabe que es una pequeña ratonera en la que el rival y los árbitros sufren bastante. Pero es que ayer, ni con 14 abajo, los de Bamberg tiraron la toalla. Zisis y Melli son «perros viejos» en esto. Wanamaker y Strelnieks le dan al equipo muchos recursos en el perímetro. Los jóvenes seguro que van a más... En definitiva, que serán duros y peleones por mucho que todas las quinielas los coloquen a día de hoy fuera del Top 16.

No fue un partido fácil porque nunca es sencillo ganar en Europa. La Euroliga te obliga a picar mucha piedra del minuto 1 al 40. El problema es que el Unicaja todavía no está para muchos trotes. Y eso se notó ayer desde el salto inicial. El primer tiempo fue un tira y afloja de unos y otros, incapaces de sumar tres-cuatro minutos seguidos de buen baloncesto para marcar territorio. El Unicaja amagó un par de veces con irse en el marcador. Tuvo un 18-12 y un 27-22. Para ambos intentos, el Brose tuvo respuesta. Incluso también tuvieron los alemanes sus minutitos de gloria al filo del descanso, cuando se vieron 7 arriba, 27-34. Kuzminskas apareció entonces al rescate, con el tiempo justo para devolverle al Unicaja el mando del partido a la hora del descanso, 36-34.

Todo cambió tras el intermedio. La charla de Plaza en el vestuario hizo efecto y el Unicaja salió enrabietado. Hasta 14 arriba se pusieron los de Plaza un par de veces en el tercer cuarto, pero no hubo continuidad en el esprint final. El premio menor para el Brose fue perder con dignidad.

La primera victoria ya está en el zurrón. No hay nada hecho, es obvio, pero que el objetivo está un pasito más cerca es tan de perogrullo como real. Tel Aviv, next station.