Me pongo en la piel de Joan Plaza. Padre de familia, con 12 hijos, todos importantes, con sus manías, con sus roles, con sus cosas. Alguno más guapo, más alto, más ligón. Pero consciente de que el año va a ser largo, de que todos, tarde o temprano, van a ser necesarios. Sabedor de que los 12 deben ir subidos en el mismo carro. Empujando, cada uno con sus fuerzas, con sus virtudes y sus defectos. Y esa necesidad por repartir llega incluso a un punto obsesivo. De ahí que haya que ser bondadoso y generoso. De ahí que Plaza, pensando en un futuro, conocedor de lo que tiene en su mano, sabio en esto del básket, decida pasarlas putas un partido, un cuarto, unos minutos. De ahí que haya riesgo, que se vean quintetos desequilibrados, jugadores con muchos minutos y totalmente fuera de cobertura; y otros, totalmente «on fire», y chupando banquillo.

Hay que ser paciente, qué duda cabe. Más allá de inteligente, de ser un perfecto conocedor de tus recursos humanos, un gran gestor de vestuarios. De egos. 12 tíos, cada uno de su padre y de su madre, seis de ellos nuevos esta temporada. A los que hay que meter, sí o sí, en el mismo botijo. Un único fin para todos. Da igual que se vea a la legua que con Markovic, con Smith, con Kuzminskas, con Thomas y con Hendrix, este Unicaja es un Unicaja poderoso y dominador. Los hay que que están, pero que sufren porque su rival en el puesto vive un momento dulce. Ya sea Nedovic o Germán. Dani Díez por momentos. Y los hay, la verdad sea dicha, que están lejos de lo que se espera de ellos. De lo que han demostrado. De lo que a buen seguro volverán a mostrar vestidos de verde, con la camiseta del Unicaja. Porque calidad tienen. Orgullo, también. Se echa de menos que Edwin Jackson aparezca. Se ve lejos de su momento a Suárez y Fran. Y ayuda lo que puede Alberto. Son 12. Y los 12 han de entrar, cuanto antes, en el redil. ¿Se está tratando de ganar tiempo al tiempo? Pues seguro, porque la Euroliga no perdona, y dos despistes en este Grupo D te mandan a la Eurocup, sin Top 16.

Así que en este escenario dibujado, el partido iba camino de romperse, con un Unicaja que era una apisonadora. Impecable el equipo atrás, dominante, y jugando de tiralíneas en ataque. Con Hendrix como epicentro del juego ofensivo. Nedovic y Smith eran como puñales que se clavaban una y otra vez en un Baskonia que no sabía por dónde le venían los golpes. Dirigiendo Markovic. Anotando Kuzminskas. Tras el 14-14, el Unicaja se apuntó un parcial de 13-0 para poner el partido en clara franquicia: 27-14.

Perasovic tiró de todo lo que tenía en el banquillo. Puso a jugar juntos a sus dos bases -Adams y James-, metió a Bourousis y trató de mantenerse en el partido. No sabemos si fue ese ímpetu baskonista lo que provocó el acercamiento en el electrónico o las evidentes debilidades que mostró el quinteto del Unicaja. Plaza jugó los últimos minutos del segundo cuarto con su «segunda unidad». Un cinco que, a día de hoy, está lejos del nivel mostrado por el otro. Con Jamar Smith como mayor amenaza, el resto del equipo -incluido el propio americano- no acompañó. Alberto Díaz no fue capaz de dirigir con suficiencia, Dani Díez no encontró sus tiros, Carlos Suárez perdió un par de balones consecutivos y Fran Vázquez demostró que no anda fino y que, si encima ha de ser él quien tira del carro, sufre todavía más. Lógico y normal.

El Baskonia, que tardó 15 minutos en encontrar su primer triple -obra de Adams, 29-21- siguió apretando las clavijas. Y de ese parcial de 13-0 local (27-14), logró llegar al descanso vivito y coleando: 33-30. Así que toda la brillantez mostrada por el Unicaja durante 15 minutos sensacionales se deslució en un final muy decepcionante. Y es que a estas alturas de temporada, con el equipo en construcción, parece osado prescindir durante 10 minutos consecutivos de Markovic y Kuzminskas, dos de los pilares de este Unicaja. Pero Plaza es consciente de que se aprende a «palos». Quiere un equipo de 12 jugadores, todos resolutivos y dispuestos a echar una mano. Y de ahí que, a pesar de la que estaba cayendo, mantuviera su apuesta.

Volvió a irse el Unicaja (49-39), pero el Baskonia ya estaba dentro del bar. Y éstos de Vitoria se ponen muy pesados. Siempre. Luego ha de acompañarte esa pizca de suerte. Y el Baskonia la tuvo. Quizá la buscó más... Blazic anotó un triple a tablero y, con 66-65, sobre la bocina, sacó un tiro de ningún sitio que requirió de Instant Replay. El Unicaja siguió perdiendo balones (20, una bestialidad, imposible competir así) y, en el charco, Plaza y los suyos se enfangaron, sin hacer faltas, con 8 tiros libres fallados, con la mirada perdida, la cabeza agachada, un 0-9 final (de 66-65 a 66-74) y el Unicaja perdiendo su condición de invicto.

No ganaba en sus ocho últimas visitas ligueras el Baskonia en Málaga. Y el Unicaja cayó en Fase Regular, algo que sólo ocurrió el pasado año en el esprint final, cuando CAI y Barça pillaron al equipo en una renuncia, pensando en play off. Números que no se podrán igualar ya. Una pena.