A las 7.30 de la mañana se levantó el Unicaja en su hotel de Bamberg. Y llegó a las 19.30 horas al pabellón de Andorra, donde hoy, al mediodía, jugará un partido vital, donde sólo está permitida la victoria. 12 horas de viaje para ir desde Alemania a Andorra. Diana a las 7.30, un desayuno rápido y traslado en autobús, de casi una hora de duración, desde Bamberg a Núremberg. Primer avión del día, hasta Fránkfurt. Viaje corto, todavía en Alemania. Y de ahí, otras dos horas más de avión, trasbordo incluido, hasta Barcelona. Llegó el equipo a la hora del almuerzo a la Ciudad Condal.

La expedición verde volvió a montarse en un autobús y, tras casi otras tres horas por carretera, llegó a Andorra. En total, 12 horas. 12 horas de viaje desde Bamberg a Andorra. Para jugar hoy un partido muy importante a las 13.00 horas. Una locura. Una verdadera locura. Algo inconcebible para un equipo profesional, al que se le exigirá este mediodía el triunfo, porque no vale otra cosa.

Ganar, ganar o ganar. Ésas son las tres únicas alternativas que tiene hoy el Unicaja por delante. A pesar del viajecito. A pesar de que el equipo no esté en las mejores condiciones para afrontarlo. Es cierto que lo que el cuerpo le pide al aficionado cajista tras el espantoso partido de Euroliga en Alemania es haber traído al equipo andando de vuelta a España. Pero habrá que esperar que lo de Bamberg sea un acicate. Que esta semana, el equipo triste y pasivo haya sido el de la Euroliga. Y que para la Liga Endesa muestre su mejor cara. A pesar del cansancio. De 12 horas de viaje. De llegar directos al pabellón para entrenar un rato. Soltar las piernas y romper a sudar. Y de jugar este mediodía sin apenas tiempo de descanso.

Lo bueno que tiene todo esto es que la competición sigue. A pesar de los pesares. Y que menos de 48 horas después del papelito de Bamberg ante el Brose Baskets, el Unicaja tendrá la oportunidad de resarcirse. De limpiar su imagen, lastimada tras el varapalo europeo. Urge estabilizar el proyecto, darle regularidad al equipo, competir en todas las pistas. Perder, por supuesto, se puede perder. Pero no como sucedió el viernes en tierras teutonas. No bajando los brazos. No dejando de competir. Debe quedar eso muy clarito hoy para el equipo de Joan Plaza. De lo contrario, va a ser verdad que más de uno se va a tener que volver a pie desde Andorra. En vez de la «plácida» vuelta: otro autobús a Barcelona, avión hasta Granada y traslado, de nuevo en bus, a Málaga.

No hay tiempo para lamentarse ni para lamerse las heridas. Todo lo contrario. Es tiempo de recapacitar y enderezar el rumbo en la Liga Endesa, donde los malagueños suman tres triunfos y tres derrotas en seis jornadas, lejos de lo previsible y de lo deseado. El Unicaja ha perdido ya tantos partidos como en toda la primera vuelta liguera de la pasada temporada. Su irregularidad le ha llevado a perder en Bilbao y Sevilla, sin dar la cara. Urge recuperar la defensa, ser agresivos, rebotear y correr. Urge recuperar al Mindaugas Kuzminskas de comienzo de curso. Hay que estar concentrados, no cometer errores, estar finos en el tiro libre y tener cabeza para aguantar los baches. Que llegarán. Pero en vez de bajar los brazos, el equipo tendrá que agachar el culo y sufrir aún más en defensa. Es un buen partido, también, para que jugadores que en la ACB están muy desdibujados, como Smith, Jackson o Hendrix sean capaces de subir el nivel del equipo. Ha de ser un trabajo de todos.