Entre foto y foto, en plena conversación, dos jóvenes se acercan mientras uno le dice al otro: «Mira, es el jugador del Unicaja», comentan, delante de la Facultad de Ciencias de la Educación, un lugar conocido para Alberto Díaz Ortiz, el base del Unicaja. Y más en un día de descanso como fue el de ayer lunes. Tras atender la petición de foto con los estudiantes, con una sonrisa de oreja a oreja, el malagueño de 21 años tiene un tiempo limitado. «Estoy de exámenes», confiesa. El próximo día 25 se examina de Actividad Física y Salud. Y tiene Derecho de la Educación y la Ciudadanía el 12 de febrero. Entre uno y otro, en su «otro trabajo» le esperan verdaderos exámenes finales en la pista del Estrella Roja de Belgrado para tratar de acceder al Top 8 y contra el Real Madrid, con la meta de poder disputar la Copa del Rey.

Compaginar, en la elite del baloncesto nacional y europeo, una carrera universitaria y el más rutilante profesionalismo es una durísima tarea. Alberto da fe. El propio Unicaja está sufriendo en su cantera una auténtica diáspora de jóvenes jugadores de nivel que, al afrontar su etapa universitaria, se marchan a Estados Unidos, a compaginar estudios y su carrera baloncestística en la NCAA. «El sistema americano te hace más compatible estudiar y jugar. Pero yo soy una persona muy cabezona, lo quería hacer aquí. Quería estudiar mi carrera en Málaga, me costase cuatro, cinco o seis años. Tener un título universitario era clave», confiesa.

Alberto sigue en Málaga, en casa. Lo suyo, tanto en el deporte como en las aulas, ha sido una lucha diaria y constante. El base no es un «coco», como bien recuerda su exentrenador, Francis Tomé, que le ha adiestrado durante seis temporadas: los dos años de cadete, dos de júnior y dos más en LEB, con el Clínicas Rincón. «Yo no suelo tener relación con los padres, pero su madre no ha dudado en llamarme en más de una ocasión cuando había exámenes o no podía venir por los estudios. Él no es un tío con la cabeza que tenía Luis Conde, él se lo tiene que currar, necesita echarle horas, empollar, ponerse delante de los libros. Y siempre, año tras año, ha sacado sus cursos. Es un orgullo para mí haberle entrenado y compartir todo lo que hemos pasado», explica Tomé, que le conoce bien.

Y el propio Alberto lo admite. El único método es el trabajo y la rutina. «Desde pequeño me lo han inculcado mis padres y para mí es ya habitual. Para mí es algo normal, cualquier joven de 21 años que tiene un trabajo y también estudia. Es fuerza de voluntad. Llegas de jugar al baloncesto, de entrenar, muy cansado y te tienes que poner a estudiar. Lo más cómodo es ver la tele y relajarte, pero tienes que ponerte y hacerlo», explica.

Sus padres, Ernesto y Montse, han sido dos «azotes» continuos por el bien de la educación de su hijo, el mediano de tres hermanos. El mayor ha sido un magnífico referente para él. Ernesto también jugó en las categorías inferiores del Unicaja. Llegó a ser el capitán del Clínicas Rincón, en la misma temporada en la que Alberto llegó al equipo vinculado del Unicaja, cuando jugaba en Benahavís.

«Mi hermano vio que le llenaban más los estudios y decidió tomar ese camino, dejando el baloncesto», explica. Alberto siguió hincando codos. Desde que estudiaba en el colegio Rosario Moreno hasta que en el instituto Litoral eligió Ciencias Naturales en Bachillerato.

«Ahí decidí que lo que me gustaba era ser profesor de Educación Física y estamos intentándolo en Ciencias de la Educación, a través de la especialidad de Educación Física». Y no le va nada mal. A sus 21 años ya ha sacado los dos primeros cursos al completo y ahora está acabando el tercer año de carrera y ya incluso se ha matriculado de asignaturas del cuarto y último curso, que pretende acabar, con las prácticas y con el Trabajo Fin de Grado (TFG) para el 2016/17. Y eso a pesar de irse hace dos temporadas en pleno curso a Bilbao, para jugar allí cedido. Y de estar en el Fuenlabrada la pasada campaña.

«Yo tomé la decisión de no pedir el traslado de expediente, porque tenía compañeros que me ayudaban. Hablé con todos los profesores y les expliqué mi situación. La inmensa mayoría se ha portado muy bien conmigo y les estoy agradecido», comenta Alberto.

Alberto inició la carrera en 2012/13 y recuerda sus peripecias para estudiar lejos de Málaga, mientras estuvo cedido. «El año pasado en Fuenlabrada hice la mitad de tercero. Recuerdo que bajé a Málaga en un día libre para hacer un examen y tras hacerlo me volví. Ahora voy a aprovechar que estoy de nuevo en casa y sacarlo todo». La idea de Alberto es acabar en este curso todas las asignaturas, compaginándolo con entrenamientos, viajes y partidos de Euroliga y Liga Endesa con el Unicaja. Y dejar para el año que viene las prácticas y el TFG.

«Todo en esta vida cuesta trabajo. Y yo me lo he propuesto. Sea como sea. Recuerdo que el primer año de carrera sólo iba 45 minutos a clase. Tenía tres horas y sólo iba a una parte de una asignatura. Pero es como todo... Al final, los compañeros te ayudan y he tenido suerte. La gente que está estudiando no valora la suerte que tiene al poder ir a clase. Para mí, una hora es fundamental para poder hacerme con la asignatura», relata.

Un día a día muy particular. Ése ha sido su día a día durante toda su vida. Antes, con menor dificultad en Bachillerato. Y ahora, haciendo malabarismos, en la facultad. Y, tras las clases, entrenamientos con el Clínicas Rincón -antes- y con el Unicaja, al máximo nivel, en esta temporada. Máximo esfuerzo, total concentración y entrega, y con «clases particulares» este año. Alberto está siguiendo un plan diferente al resto de sus compañeros. Se ha machacado físicamente para igualarse con los bases rivales y tras cada entrenamiento ha tenido ejercicios de lanzamiento de tres puntos para mejorar sus porcentajes.

El malagueño (23 de abril de 1994) se ha ganado el respeto, el cariño y la admiración de sus compañeros. Su paisano Pepe Pozas ha compartido con él su vida y la pasada semana vino a Málaga para jugar con el Obradoiro y enfrentarse al Unicaja. Los dos vivieron un duelo muy especial, porque llegaron a coincidir en pista. Pepe recuerda con cariño a su buen amigo «Zanahorio». «Es un buen compañero, intenta que haya buen rollo dentro del equipo, participa en las bromas y también sabe recibirlas. En el apartado deportivo, en la pista entrenando es un tío muy competitivo, trabaja muy duro día a día», dice el malagueño «exiliado» en Santiago de Compostela.

Estímulo para la cantera. La presencia de Alberto en el primer equipo es también un estímulo para la cantera, un guiño para todos los chicos que vienen por debajo. Saber que las puertas del Unicaja están abiertas es muy importante. Lo sabe bien, el jefe de la cantera del club, Ramón García. «Alberto es todo lo que pretende representar este club. Él se ha formado en la escuela de Los Guindos, ha competido en todas las categorías con este club... Él representa todo lo que queremos: trabajo, implicación, amor propio, pasión por unos colores. Es un referente para todos los niños que tenemos trabajando en Los Guindos».

Su personalidad y su carácter no pasan inadvertidos para nadie. Joan Plaza, entrenador del Unicaja, no dudó en «ficharlo» este verano para apuntalar el puesto de base. Díaz se muestra agradecido: «Joan me ha ayudado muchísimo. Este verano me dio facilidades para las asignaturas de septiembre. Tengo que darle las gracias al Unicaja, que me ha facilitado siempre las cosas.

Ocho asignaturas. Este curso tiene ocho asignaturas: dos este primer cuatrimestre y seis para el segundo, ya que las prácticas de estos meses las ha dejado para el año que viene, con el objetivo de poder acabar la carrera en 2017. «Seguramente no consiga sacarlas todas, pero voy a darlo todo», dice el base de 1,88 metros.

Alberto regresará hoy a su rutina, tras no tener que entrenarse ayer. Ración extra en el Martín Carpena con vídeo, gimnasio y trabajo en pista. Y, cuando llegue a casa, a preparar los exámenes. El próximo lunes día 25 le espera Actividad Física y Salud. Aunque antes vivirá un doble test de vértigo: Belgrado y Madrid. Top 16 y Copa del Rey en juego. Es la rutina de un malagueño de 21 años...