La Sala Pionir, cancha en la que juega el Estrella Roja de Belgrado, es de esos recintos en los que a muchos jugadores les encantaría jugar al menos una vez en su carrera. El coliseo serbio es uno de los pabellones más calientes de toda Europa, los fans del conjunto plavi crean un ambiente magnífico para su equipo, pero que también pueden disfrutarlo los que actúan como visitantes, como en el caso del Unicaja, ayer.

Es de esos lugares donde uno quiere siempre jugar y donde no hace falta casi ni calentar, ya que sales a la pista con la adrenalina por las nubes. Sin embargo, también es de esos sitios en los que sufres jugando. Es curioso sufres y a la vez disfrutas, por ello lo hacen tan particular y deseable.

Y es que en la cancha del Estrella Roja prácticamente todos los encuentros hay un lleno a rebosar. Sus aficionados no dejan de animar desde mucho antes que comience el partido hasta bien pasada la bocina final. Este clima que crean los seguidores del conjunto de Belgrado provocan un plus de energía en los locales, amén de un extra de presión en el equipo foráneo, e incluso en muchas ocasiones en el trío arbitral, que permiten un nivel de agresividad y dureza que en condiciones normales no se produciría.

Ahí, en la Sala Pionir, fue donde disputó el Unicaja su cuarto partido de este Top 16, segundo lejos del Martín Carpena y donde cosechó su segunda derrota. Lo peor del partido fue sin duda la diferencia final. Catorce puntos resultan demasiados para cómo fue el choque, sobre todo en su segunda parte y máxime cuando a poco para el final, apenas había cuatro puntos de distancia entre los dos equipos.

En un grupo que se presume igualado, el factor del basket-average puede ser determinante en la clasificación final y de ahí que a pesar que estuviera el encuentro sentenciado en el último minuto se buscara por parte de uno y otro conjunto ampliarlo o reducirlo, según el caso.

Al final, esos catorce puntos son un mal botín, sobre todo por cómo llegó al tramo final del encuentro el equipo malagueño, incluso con alguna opción de traerse algo positivo de la capital serbia. Los cajistas sufrieron en demasía con el bloqueo central, que permitía ventajas una y otra vez, bien en la penetración, en la continuación del hombre alto, o sobre todo en la apertura de la pelota para el jugador abierto, que castigó el aro verde, una y otra vez, desde la línea de tres puntos.

Pero la de ayer fue derrota que rápidamente hay que resetear, limpiar de las cabezas y procurar descansar lo más que se pueda, para estar al máximo de rendimiento en el partido de la matinal de mañana, apenas 38 horas después del intenso encuentro en tierras balcánicas.

Si llevamos prácticamente mas de tres semanas disputando finales en cada jornada de la Liga Endesa, la de mañana si que lo es con toda las letras. Quizás el Barclays Card Center no alcance el nivel de presión de la Sala Pionir, pero enfrente estará un equipo, el Real Madrid, que en los últimos encuentros no ha encontrado el resultado deseado y que viene, recientemente, de uno especialmente doloroso y del que se querrá resarcir.

Dura empresa la que tiene el equipo malagueño por delante y donde tendrá que poner todo de su parte, cuerpo y principalmente mente, para sacarlo adelante. Ojalá.