El Lokomotiv Kuban ha llegado a la Euroliga para quedarse, si Bertomeu lo permite. Deportivamente presenta un proyecto sólido y este verano colocó una guinda llamada Víctor Claver. Liderados por Malcolm Delaney este equipo quiere reeditar el éxito logrado por aquel bloque que en 2013 ganó la Eurocup al Bilbao liderado por el ahora cajista Richard Hendrix. El impacto de Claver ha sido inmediato y sus números se comparan a los de Delaney y superan al resto de sus compañeros. Su aportación en las dos canastas es constante y por fin parece haber encontrado su lugar en el mundo del baloncesto después de unos años difíciles. Difíciles en lo deportivo, porque emocionalmente Víctor siempre ha estado seguro de sus posibilidades. Claver nunca ha sido un jugador de grandes explosiones, su carrera ha sido más lenta, más a largo plazo y ahora parece que está recogiendo los frutos a muchos años de trabajo.

Víctor comenzó siendo el hijo de Paco, la mayor gloria del balonmano valenciano como jugador y que como entrenador llevó al Alzira al título de la copa EHF en 1994. Paco marcó la carrera de su hijo como jugador y como estudiante, no en vano era profesor de física y química en el colegio Maristas donde estudiaba Víctor. A Paco le conocí en Lodz (Polonia), en el Europeo de 2009. Se acercó a mí y me dijo: ¿A que no sabes quién soy? La respuesta era fácil, era la imagen de su hijo con unos años más. Tenía los pies en la tierra, era cercano, afable, humilde, honesto y transmitía mucha seguridad, unos valores que le ha trasmitido a su hijo. La madre de Víctor se dedica al mundo de la estética y su hermana es nutricionista. Con esta familia, Claver estaba destinado a tener un físico privilegiado que le permite alternar los puestos de tres y cuatro aunque él se considera un alero que puede jugar de pívot. Paco nos dejó en 2011. Fue un golpe duro para toda la familia, especialmente para Víctor, que encaraba su última temporada en Valencia.

Es un hombre tranquilo que a veces trasmite una idea equivocada, en una entrevista a Álvaro Paricio para la ACB, le confesaba: «En ocasiones estoy muy metido en el partido y llega un compañero y me dice ´eh, espabila,´ pero por dentro pienso que estoy muy metido y muy concentrado». Su madre me contó en Londres, antes de la final olímpica, que su hijo era un hombre con suerte: «Fíjate que ahora se va a Portland y un vecino nuestro de Valencia también se traslada a la ciudad por un tema laboral». Quizás por eso siempre trata de mantenerse positivo a pesar de las críticas y confiesa que cuando no juega trata de darle la vuelta a la situación pensando en cómo puede mejorar en los entrenamientos con los grandes jugadores que le rodean.

Sin mote conocido asegura que no le importaría que le llamaran «Clavo», porque era el apodo que le pusieron a su padre en el colegio. Le gusta concentrarse con música española antes de los partidos. De los Simpson, su personaje favorito es Homer, porque es gracioso y porque comparte con él una pasión, los donuts. Como anécdota cuenta que una vez en Estados Unidos una chica le confundió con Michael Phelps aunque pudo convencerla de su error. El Unicaja se juega esta noche muchas de sus opciones de clasificación para el Top8 y no deberá centrarse sólo en Delaney o Randolph porque Víctor está en racha. Suerte? a los verdes.