No hay tiempo para lamer heridas, llorar por las esquinas ni echar cuentas por el Top 16 de la Euroliga que tan feo se ha puesto tras las derrotas caseras ante Efes y Lokomotiv. Ni siquiera para recordar la ausencia copera. Si acaso, como acicate. Porque hoy, en La Laguna (Tenerife), el Unicaja comienza la reconquista liguera fuera del Martín Carpena. Que es donde debe lograr esas victorias que le aupen hasta un puesto de play off por el título de aquí a tres meses. El Unicaja, en toda la primera vuelta liguera, sólo fue capaz de ganar dos partidos fuera de casa. Números muy tristes. Después de ganar en Murcia, en el debut liguero, y en Badalona (hace justo dos meses, el pasado 6 de diciembre), el equipo ya no ha sido capaz de sacar algo positivo en la ACB cada vez que ha tenido que hacer la maleta. Por eso, la visita a la isla para medirse al Iberostar parece propicia.

No será, ni mucho menos, un encuentro cómodo para los malagueños. Por mucho que la pasada temporada el Unicaja barrió a su rival, con la mayor demostración de Caleb Green con la camiseta verde: 30 puntos en 22 minutos (71-89). Los tinerfeños, con Txus Vidorreta ahora en el banquillo, ya tienen siete victorias, sólo dos menos que el cuadro malagueño, y hoy serán un obstáculo realmente duro. Uno de esos que se califican como «trampa» debido a todos los condicionantes que envuelven el choque. No estará, eso sí, un ex como Saúl Blanco, por un problema en la rodilla derecha.

Hendrix, duda hasta el final

La mejor noticia para Joan Plaza es que se ha llevado a sus 12 hombres a las Islas Canarias. El equipo se entrenó en la tarde de ayer en el Insular Santiago Martín, con Richard Hendrix. El pívot americano está mejor de su esguince de tobillo y hoy hará una última prueba antes de jugar el partido. Los jugadores que estuvieron afectados por un virus con fiebre y problemas gástricos están ya totalmente recuperados. Ninguno arrastra problemas, todos están operativos.

Plaza sabe que la presión está en la mochila del Unicaja. La losa de una única victoria en los cinco últimos partidos debe quitarse cuanto antes de los hombros. Porque, para colmo, la única alegría, ante el Baloncesto Sevilla, tuvo también más sombras que luces.

Ahora toca resetear para volver a la competición liguera. El Unicaja está atravesando un profundo bache. Especialmente en la confianza de su juego. Es cierto que jugar «sin» base es un problema colosal para cualquier equipo. Alberto Díaz ha dado un paso al frente pero, obviamente, no está siendo suficiente. El equipo necesita más de sus escoltas, de sus aleros y de sus hombres altos. Y también que en el banquillo haya esa lucidez que a veces parece perdida. No pasa nada si Kuzminskas juega 30 minutos. Delaney está en pista 35 por partido y ahí está el tío, machacando al que se le pone a tiro. A veces se trata de poner a los mejores. Aunque en defensa no sean superdotados. Y el Unicaja, por desgracia, no está para muchos experimentos. El equipo tiene una enfermedad complicada y la cura tiene medicina: la victoria.