Siete jornadas después, tras dos meses de derrotas y más derrotas en el Viejo Continente, el Unicaja volvió a ganar anoche un partido europeo. Además, a lo grande. Sin dar ni opción a su rival y bajo la atenta mirada a pie de pista de Jordi Bertomeu, el ideólogo de esa nueva Euroliga de 16 que no cuenta para el futuro con el equipo de Los Guindos, por mucho que los verdes sean historia viva de la máxima competición del baloncesto continental le pese a quien le pese.

El equipo cajista eligió para resucitar en Europa una pista cargada de historia y vinculada de por vida a aquella Cibona de Drazen Petrovic que maravilló y sorprendió a Europa en los años 80. Allí se vio anoche la mejor versión del Unicaja desde que comimos las uvas y entramos en 2016. Y es que el Unicaja fue una máquina de precisión: acertado en el tiro, trabajador en defensa, capaz de correr, de rebotear en los dos lados de la cancha y solidario a la hora de mover el balón. Así, sí chicos; así, sí.

Con poco en juego -aunque las matemáticas siguen dando opciones de pasar a cuartos de final­-, el equipo se soltó la melena. No necesitó que estuviera en la pista el recién llegado Hayes ni el recién huido Hendrix. Ni tampoco los lesionados Markovic y Smith. Le bastó con lo que puso sobre el parqué para ser muy superior a un Cedevita a merced de los verdes desde casi el salto inicial.

La verdad es que fueron 40 minutos muy completos en los que todo el equipo estuvo fino. Seis jugadores sumaron diez o más puntos y hasta ¡nueve! repartieron alguna asistencia. Mención especial dentro del buen tono global, eso sí, para Fran Vázquez, que va a más -por fin-, para Nemanja Nedovic, que fue letal en el final del primer cuarto y en el inicio del segundo para iniciar la escapada, y para Jack Cooley, que firmó un grandioso doble-doble, con 16 puntos y 10 rebotes, para 25 de valoración. Su actuación fue inconmensurable y nos hace plantearnos a los que no tenemos mucha idea de esto si de verdad es necesario fichar ahora un pívot o no sería infinitamente mejor apostar por un «4». Yo lo tengo claro, iría de cabeza a por un ala-pívot, pero los que mandan parece que piensan otra cosa. Ojalá acierten. Su suerte será la del equipo.

El partido se puso de cara desde el principio. El 6-0 inicial en contra fue solo un espejismo. Con un gran acierto en el tiro exterior, el Unicaja pudo oponer resistencia a un Cedevita que a pesar de anotar todo lo que tiró en los 10 primeros minutos -7 de 7 en tiros de 2 y 3 de 3 en triples- no pudo acabar el primer cuarto por delante de los de Plaza, 23-25.

A esas alturas de partido, ya había empezado el festival de Nedovic. El serbio es puro talento, lástima que solo lo muestre a cuentagotas. Ayer le tocaba en modo «on» y su aportación saliendo desde el banquillo fue clave para que el Unicaja estuviera siempre por delante en el segundo cuarto. Cooley fue su media naranja perfecta para llegar al descanso 6 arriba, 42-48.

La ventaja solo hizo que crecer tras el intermedio. Hasta por 18 llegó a dominar un Unicaja que vivió con tranquilidad el final de partido más plácido de lo que va de año.

Ahora toca pasar página. El domingo llega el CAI. Prohibido fallar.