Ayer noche, el Unicaja cumplió su partido trescientos en la máxima competición continental. Nada más y nada menos. Qué lejos queda ya el estreno en la temporada 95/96 en tierras croatas, en la pista del Zrinjevac. Sin embargo muchos aficionados tenemos muy cerca esos imborrables recuerdos de un comienzo, que como se ha demostrado con el tiempo, no fue algo efímero.

Una participación en la que el equipo verde ha paseado por las mejores canchas europeas y de manera brillante, el nombre de su patrocinador y el de una ciudad, Málaga, que ha vivido muchos momentos memorables y que han ido escribiendo páginas doradas en el libro de este club.

En estos días nos preguntamos acerca de cuál sería el momento preferido de estos trescientos partidos, y resulta muy complicado elegir uno, más si cabe, habiendo tres centenas de posibilidades de por medio. Es evidente que cada aficionado puede tener uno u otro, en función de su situación personal, de cómo lo vivió en cada instante o simplemente del gusto personal de cada cuál.

Muchos coincidirán en el triple de Pepe Sánchez, en el tercer partido del play off de cuartos frente al Barcelona, que dio el pase a la Final Four, como ese momento mágico. Los que tuvieron la suerte de vivir en Atenas esa Final a Cuatro, seguramente tendrán en su retina y en su corazón esos dos inolvidables partidos frente al CSKA y el Laboral Kutxa. Y otros podrán escoger alguna victoria en particular, como la primera en Moscú o la de Tel Aviv frente al Maccabi.

Para gustos los colores y como decía, una trayectoria tan larga da para infinidad de pequeños tesoros que se guardan en ese rinconcito reservado a las cosas importantes.

Para mí, por motivos evidentes, y estoy convencido de que ocurrirá lo mismo con todos los que pudimos vivirlo en primera persona, si tuviera que señalar un momento, seguramente me quedaría con los instantes previos, en el vestuario del pabellón croata, al partido que nos estrenaba en la Euroliga, llamada entonces Liga Europea. Un encuentro frente al Zrinjevac croata que junto con la vuelta en casa, en Ciudad Jardín, nos dio derecho a entrar en la fase de grupos de la competición, por primera vez en la historia.

Ello nos permitió vivir por ejemplo la primera visita del CSKA, que se saldó con victoria por cierto, el viaje a El Pireo griego para jugar en el Pabellón de la Paz y la Amistad frente al Olympiacos de Fassoulas y compañía, o ese partido de la última jornada de la Liguilla, con prórroga incluida ante el Ulker de Estambul, buscando ese average que nos permitiera pasar a la segunda fase de la competición.

Esos son algunos de los muchos recuerdos que uno guarda de esta andadura en la máxima competición continental, y seguro que cada aficionado tiene su historia personal y por supuesto sentimental con estos trescientos encuentros que se cumplieron ayer, pequeñas gotas de un maravilloso perfume.

La cifra se quedará este año en tres partidos más, los que quedan para finalizar este Top 16. Y todos andamos con la preocupación del incierto, o más bien bastante cierto aunque no halagüeño, futuro del Unicaja en la Euroliga.

Casi siempre solemos valorar las cosas cuando no las tenemos. Quizás en el futuro, y esperemos que no tardemos mucho en regresar, pondremos en su justa medida el valor de la cifra que alcanzó el conjunto malagueño ayer en su choque frente al Estrella Roja serbio.