Un horroroso final de partido, impropio de un equipo del caché continental que tiene el Unicaja, emborronó ayer todo lo hecho en los tres cuartos anteriores en la pista del Lokomotiv Kuban, un equipo que no es ni de lejos 21 puntos mejor que el Unicaja, por mucho que la clasificación y el marcador de ayer (81-60) digan lo contrario.

El Unicaja aguantó los primeros 30 minutos sin aparente sufrimiento al «Loko», encaró el cuarto final solo 7 abajo (62-55), pero en el momento de la verdad, sufrió un apagón ofensivo que Plaza y sus chicos deben hacérselo mirar. Anotar dos canastas en 10 minutos es ridículo. No se puede consentir. Ni a un equipo profesional ni a uno de minibásket. Dos puntos de Will Thomas y un triple de Kuzminskas, antes de recibir la enésima bronca de la temporada de su entrenador, fueron el penoso bagaje ofensivo de 10 minutos tétricos que desembocaron en la inesperada e inmerecida -por lo visto antes­- paliza final.

El Unicaja hace ya muchas semanas que ha sacado la bandera blanca en Europa. Esta «guerra» ya no es la suya. El viaje a Krasnodar era una obligación incómoda, una excursión inoportuna, una cita fastidiosa en medio de la remontada liguera hacia el play off. El único objetivo a día de hoy. El desenlace final del partido de ayer fue el que cualquiera habríamos escrito en un guión previo, es verdad, pero seguro que no con un modus operandi tan feo en los últimos minutos.

Las circunstancias externas fueron claves. Porque es evidente que no es lo mismo jugar para ganar, que jugar por jugar. Que ellos necesitaban sumar y los cajistas solo evitar cualquier tipo de lesión. Quizás por ello el Lokomotiv compitió y el Unicaja se dejó llevar.

Con la mirada puesta en el Joventut y esa final liguera que jugará el equipo el domingo, en el Carpena, la mejor noticia es que los verdes vuelven de Rusia hoy sanos y salvos. Al club le habría gustado que se trajeran en la maleta los 35.000 euros que había de bote para el ganador, pero no fue aliciente suficiente para el sobresfuerzo necesario para asaltar la guarida rusa de Krasnodar.

Los triples de Janning a partir del segundo cuarto, la mayor intensidad del Lokomotiv, la magia de Delaney y la actividad de Claver en ambos lados de la pista fueron suficiente oposición para hincar la rodilla. A pesar de la imagen final, no es conveniente sacar muchas conclusiones de lo de ayer. Al menos, nada realmente empírico. Cuando da lo mismo perder por 10, por 20 o por 30 y pierdes por 21, pues eso...

Dicho todo lo anterior, es una pena muy grande que el Unicaja no haya dado la cara en este Top 16. Era un grupo para haberla liado. El más fácil que se recuerda. Para estar en cuartos de final a poco que la suerte hubiera acompañado. Ni el peor Panathinaikos de los últimos años ni el imberbe e inexperto Estrella Roja son mejores equipos que el Unicaja. Es más, ni este Lokomotiv que vimos ayer me parece mejor plantilla que la que tiene Joan Plaza. Pero ellos (griegos, serbios y rusos) sí siguen vivos en Europa y el Unicaja está a 40 minutos de un adiós doloroso que ojalá sea solo un hasta luego.