El Unicaja ya es sexto en la Liga Endesa gracias a su mejor racha de la temporada: cuatro victorias consecutivas en la competición nacional han aupado a los malagueños a puestos que no veían desde hace ya mucho tiempo. No es para tirar cohetes, desde luego. Pero agarrarnos a los play off es, tristemente, lo único que nos queda ya, a estas alturas. Echar la vista hacia atrás no trae, la verdad, demasiado bueno en lo que construir. Lo mejor es mirar al frente, edificar sobre esta base y afrontar un mes de abril en el que ya se acaba la tortura del Top 16 y llegan partidos ante Estudiantes, Andorra y Manresa. Rivales a los que hay que ganar sí o sí. Es lo que toca. Y no será una tarea sencilla...

Estas cuatro alegrías suponen un buen bálsamo y deben servir de estímulo. Mejorar lo hecho hasta ahora se antoja sencillo. La sexta plaza ya es «otra cosa», un peldaño superior, una trinchera sobre la que defender lo conseguido, un patrimonio sobre el que tratar de ampliar la ventaja con los perseguidores. Superar el pobre baloncesto que ha mostrado el equipo de Joan Plaza hasta ahora parece una tarea hecha a la altura de este Unicaja 2015/16. Mirar más allá, al quinto puesto, ni tiene lógica ni sentido. Ni Gran Canaria está en la guerra de este Unicaja ni tampoco Baskonia, Valencia o Barça y Madrid, por mucho que todos sufran al compaginar Europa con ACB.

En Málaga llevamos ya un mes utilizando los partidos de Euroliga como «entrenamientos de calidad» para preparar las citas de la ACB. Y eso nos ha venido bien. Es de suponer que, sin esa molesta fecha de jueves o viernes, con una semana completa para encarar sin otros obstáculos el choque de Liga Endesa, el Unicaja dé un subidón de juego, que es lo que necesita tras una estupenda racha de resultados, con esas cuatro victorias, pero con un baloncesto muy tacaño en estas dos últimas citas en casa, ante Bilbao Basket y Joventut.

El Unicaja tiene margen. Muchísimo. Debe crecer en juego, en brillo y en cabeza. Debe seguir poniendo piedras en este plan de equipo que tiene aún dos meses de ardua tarea para preparar lo mejor que pueda el cruce de cuartos de final de los play off. Todo gira ya en torno a ese objetivo. Lamentablemente, porque no queda otro.

El partido ante el FIATC Joventut, de nuevo repleto de altibajos, fue un buen espejo en el que mirarse. Retrató todo lo bueno y todo lo malo de este equipo. Su colosal capacidad de reacción, de crecer desde la defensa, de ser agresivo cuando se lo propone, de meterle mano al rival. Y también hubo que lamentar su frágil moral, sus problemas para mantener la concentración, para anotar de tres (3/17) -los tres de Carlos Suárez- para unir cinco buenos minutos, en defensa y ataque.

El Unicaja mantuvo con vida al Joventut hasta que se aplicó de verdad atrás. Y de ahí, una primera parte con escaso nivel, sin empaque. La salida de Mallet (9 puntos en cinco minutos) mantuvo al Joventut con tímidas ventajas (9-10), ante un Unicaja que funcionó a rachas, a base de inspiración. A Fran le desquiciaron Benjamín Jiménez y Anna Cardús, dos de los tres árbitros, y su técnica obligó a Plaza a poner sobre la pista a Jack Cooley. Tuvieron un par de gestos Fran y Plaza, y el gallego ya no regresó más al parqué. El Carpena ha elegido ídolo y se ha quedado con Cooley, que ha estado toda la semana con un tobillo fastidiado y que ayer tuvo que jugar porque por dentro el Unicaja está cortito de rotación. Se sostuvo el equipo en Will Thomas, que anotó, reboteó y asistió. Thomas es ahora mismo los ojos y las manos de este equipo. Y Cooley, su corazón.

Sucede que las muchas cualidades de los dos necesitan la compañía del talento, del descaro, de la magia de sus compañeros. Y cuando pocos les acompañan, el Unicaja sufre. Porque es poca cosa, porque es endeble, porque cualquier pequeño inconveniente lo transforma en un problemón gordísimo. Va mal de cabeza, de coco. Psicológicamente es muy débil el equipo de Joan Plaza, y cualquiera le crea un incendio con sólo mirar el paquete de cerillas. Tiene problemas gravísimos para leer los partidos y ayer todo eso se multiplicó por sus malos porcentajes de tiro. Por eso, con 32-27 y con el equipo rindiendo, un par de malos ataques, un par de decisiones de Cardús, un par de cositas, le transformaron en ese Unicaja vulgar que a veces se empeña en ser y del que ya estamos bastante hartos. Sin acierto exterior (0/10 al descanso) ante Mallet y un Brandon Paul que tardó entrar en partido, se fue al descanso cuatro puntos abajo: 36-40.

El Unicaja que regresó de los vestuarios era otro muy diferente. Thomas marcó el nivel en defensa, Kuzminskas se divirtió y se abrió una conexión inédita entre Nedovic y Cooley. Jugó Plaza muy a menudo con tres pequeños, y le dio buen resultado. Suárez (sí, Suárez) abrió la lata. Anotó el primer, el segundo y el tercer triple del Unicaja. Los tres del equipo. El Joventut entró en crisis y sus cachorros se desfondaron. Thomas disfrutó, a ritmo de MVP, y marcó el camino de la cuarta victoria seguida, de la mejor racha del curso, del sexto puesto. Que no es poco...