­La relación entre el Unicaja y Joan Plaza, idílica durante las dos primeras temporadas, en las que el club retomó sus raíces, se volvieron a cumplir los objetivos y el equipo estuvo de nuevo entre los cuatro mejores de la Liga ACB, se ha erosionado hasta un punto de no retorno. Tal es así, que el Unicaja ya piensa en un futuro sin Plaza para la próxima temporada. De la misma forma, el entrenador ya explorara nuevos caminos lejos de Málaga.

El «matrimonio» entre las dos partes seguirá siendo leal de aquí a final de temporada. Existe una comunicación fluida y positiva. Las reuniones entre el presidente, Eduardo García; el secretario técnico, Carlos Jiménez; y el propio Plaza son constantes. Pero una vez que el balón deje de botar en el Martín Carpena al final del curso, las dos partes tienen el propósito de reunirse, estrecharse las manos y poner fin a su relación, que aún tiene una vigencia de una temporada más, prorrogable hasta el siguiente curso 2017/18. Está por ver cómo se extingue el compromiso. Existe buena sintonía y la intención es la de no forzar más aún la situación después de una temporada muy dura, muy estresante, atípica, y con más roces de los habituales entre club y técnico.

La predisposición inicial es que unos y otros se liberen de sus compromisos sin ejercer cláusula económica alguna. Joan Plaza tiene un contrato para la próxima temporada que asciende a 700.000 euros brutos, una cifra muy importante para el club, que es consciente de que la próxima campaña, sin Euroliga, dispondrá de un presupuesto menos potente que el de esta campaña. Asimismo, Plaza debería depositar su cláusula de rescisión para romper su compromiso, una cifra fijada en 300.000 euros. La idea es que ninguna de las dos partes reclame dinero alguno. Que se cumple con lo acordado con el contrato del coach hasta el 30 de junio, se le pague el finiquito y que cada uno continúe a partir de entonces por su lado.

Todo ha cambiado. Hace apenas unos meses, presidente y entrenador se estrechaban las manos y presentaban un nuevo contrato, consistente en una mejora económica para este curso 2015/16, que reconocía el espectacular trabajo de Plaza en Málaga, y una temporada más garantizada con la opción de prorrogar otro año más, hasta el 30 de junio de 2018. Todo eso será en breve papel mojado, ya que las dos partes no encuentran sentido a prolongar su relación.

El Unicaja está insatisfecho con el transcurrir de la temporada y ha descubierto, en tiempos de malos resultados, a un Plaza que desconocía hasta el momento. Al final, la pelota es la que manda, no han llegado las victorias que se esperaban y no se han cumplido los objetivos marcados. La desilusión que supuso no disputar la Copa del Rey abrió una brecha que se ha ido acentuando paulatinamente.

En realidad, la temporada nació torcida con la decisión de la Euroliga de excluir virtualmente al equipo del torneo para la próxima temporada. Eso ya generó fuertes tiranteces entre las dos partes. Plaza asumió una labor de «portavocía» del club, asumiendo un rol que no le correspondía, ya que ni el presidente ni el secretario técnico -también portavoz- aportaron en su día algo de luz al asunto.

Plaza, desde el primer momento, marcó su línea en sus comparecencias públicas y se metió en el bolsillo (más todavía) a una afición que le ha vitoreado rotundamente en cada presentación del equipo como a una gran estrella. Algo que, en las últimas semanas, también ha dejado de ser habitual. Y es que los problemas no han cesado.

Las lesiones también han creado un cierto malestar entre las partes. Plaza exigía recambios y el club trataba de capear el temporal, aunque finalmente siempre ha terminado por fichar a algún temporero, casos de Jack Cooley, DeMarcus Nelson y Kenny Hayes. En las temporadas anteriores nada de eso había ocurrido. Y cualquier tipo de tensión era aliviado inmediatamente con el jarabe de los triunfos sobre la pista.

Tampoco sentaron nada bien en el club las declaraciones del técnico en más de una rueda de prensa demandando viajes más cómodos en la Euroliga, pidiendo vuelos chárter y haciendo comparaciones con otros clubes de Europa y su manera de desplazarse por el Viejo Continente. «Disculpar» alguna derrota liguera del fin de semana por un viaje incómodo de Euroliga días antes es algo que en Los Guindos no se comparte.

La gestión del vestuario, con la marcha del referente del equipo, Richard Hendrix, las tensiones creadas por la fallida marcha de Nedovic a Milán o el descontento continuo con Edwin Jackson, y en esta última semana la guerra civil con Stefan Markovic también han generado más chispas que han ayudado a avivar el incendio.

Salvar la temporada. Lo que tienen claras las dos partes es que hay que hacer un frente común de aquí a final de curso. Hay mucho en juego. Joan Plaza cree que el proyecto del Unicaja para las próximas temporadas no le sacia como entrenador. Aspira a más, a un club de Euroliga y a poder tener mejores plantillas que las que podrá formar aquí en Málaga.

Y eso que el club, como siempre ocurre ante entrenadores de su perfil que cosechan éxitos, depositó en él la potestad de aportar nombres y elegir jugadores, siempre con el lógico consenso con la entidad. Pero la última voz siempre la ha tenido Plaza, que frenó la cesión de Karahodzic al Manresa a principios de curso (el club sí la veía con buenos ojos) o decidió montar a Cooley en un avión a Krasnodar sabiendo que no podría jugar ante el Lokomotiv y que podría empeorar de su tobillo.

Sin un hombre fuerte (Carlos Jiménez ni aspira ni tiene el perfil para serlo), el apartado deportivo recae sobre Plaza. No se acertó a la hora de prescindir este verano de más de media plantilla, tratar de sustituir a Granger con Nedovic y con el movimiento de Suárez al puesto de «cuatro».

Un cúmulo de circunstancias que ha provocado que el Unicaja y Joan Plaza piensen en tomar caminos diferentes a partir de la la próxima temporada. Aunque antes, hay aún más de dos meses de un ilusionante trabajo por delante. El Unicaja tiene el reto de ser sexto y poder sorprender en cuartos de final al tercer clasificado y meterse, de nuevo y como ha ocurrido desde que está el técnico, entre los cuatro mejores de la Liga ACB.

Todos los actores de este Unicaja se juegan algo en este final de temporada. Plaza, que el mercado le dé un gran equipo (en el entorno del Efes aseguran que es una opción seria para suplir allí a Dusan Ivkovic). Los jugadores, la renovación o mejores contratos en otro equipo con más aspiraciones. Y el club, que la temporada no sea en balde y que deje unos cimientos más o menos sólidos sobre los que poder construir un futuro ilusionante… sin Joan Plaza, su auténtico líder en estas tres últimas temporadas. El hombre que ha devuelto al Unicaja al sitio que perdió en el último lustro y que tiene la intención de preparar las maletas en busca de otro destino.