Es el hombre de moda del baloncesto español. Fran Vázquez (2,09 metros) cumplirá el 1 de mayo 33 años y el domingo se convirtió en el máximo taponador de la historia de la Liga ACB. Casi 15 años en la elite del baloncesto español, desde sus comienzos en el Unicaja a comienzos de este siglo, han catapultado sus muelles y sus largos brazos hasta un récord exclusivo y que le sitúa como uno de los históricos del baloncesto ACB: 672 «chapas». Fran lo ha vivido todo en el baloncesto. Lo bueno y lo malo, desde que Bozidar Maljkovic le dio un empujón en 2002. En su cesión al Gran Canaria se fogueó, explotó en Málaga en el año del título copero (2005), fue traspasado por seis cifras al Akasvayu Girona, dominó en el Barça y renunció a ofertas del Madrid, del Fenerbahce y del propio Barcelona para regresar a casa, en 2012. Ha sido una carrera pletórica y singular.
Pocos, muy pocos jugadores han renunciado a la NBA tras se drafteado en el puesto 11 (Orlando, 2005), y también a conseguir medallas y glamour con la mejor selección española de la historia. Pero es que como Fran hay pocos, el suyo es un caso único. El gallego de Chantada, un tío muy hogareño, vive para el baloncesto y su familia: su mujer Ana y su hijo Aitor, que ya ha comenzado a jugar al básket.
El domingo alcanzó una cima que ostentaba, desde hace muchos años, un tal Fernando Romay. Otro histórico del básket español. Es un perfecto punto de inflexión para el pívot cajista, que está viviendo un año muy complicado en lo personal y en lo colectivo. Las cosas no le están saliendo, perdió la confianza en su juego y ha vivido un calvario del que ahora, junto al equipo, comienza a salir adelante.
El rendimiento de Fran Vázquez siempre, a lo largo de su carrera, va unido al del equipo. No es un jugador de grandes números. Necesita el respaldo del grupo y, especialmente, de un base que le ponga el balón donde él lo necesita. Sin Jayson Granger, su socio de «fechorías» los dos últimos años en Málaga, su juego de pick and roll es inexistente. Y ahí radica su fuerza. Bloquear y correr hacia la canasta para coger la bola por encima del aro y poder colgarse. Este año, esa jugada apenas se ha visto en el Martín Carpena.
Nuevo agente y retos. Fran Vázquez vive ahora de una forma distinta. No ya por el récord de tapones. El gallego ha cambiado de agente hace unos días. Tras toda una vida con Gorka Arrinda y su socio José Cobelo, la pasada semana unió su destino al del agente José Ortiz, uno de los «hombres fuertes» en este Unicaja. Ortiz lleva los asuntos de Joan Plaza, Carlos Suárez y Dani Díez. Tres piezas
importantes dentro del equipo.
Su situación contractual es delicada. Su temporada en Málaga no está convenciendo a los máximos responsables del club, que albergan las lógicas dudas sobre su continuidad al actual coste. Fran tiene un año más de contrato con cifras, a día de hoy, fuera de mercado para un club como es el Unicaja. Y la entidad tiene la opción de rescindir unilateralmente el acuerdo para el curso 2016/17 abonando 100.000 euros netos al jugador.
El deseo del club es tratar de renegociar un nuevo acuerdo con el pívot, pagando la mitad del sueldo que tiene firmado para el año que viene. Fran ya viene de varias rebajas consecutivas. Se ha bajado su ficha los últimos años como gesto hacia el club, ya que ha sido, desde que volvió al Unicaja, el jugador mejor pagado de la plantilla. El problema para el Unicaja es que si le «corta» ya no podrá ofrecerle un contrato sujeto a derecho de tanteo. La normativa impide a un club que rescinde un contrato con un jugador esta posibilidad. Así que Fran Vázquez sería libre, sin opción a tanteo, y podría negociar con cualquier otro club. Es un detalle que complica muchísimo cualquier tipo de negociación. Fran quiere seguir en Málaga, pero...
Todavía es pronto, pero a nadie se le escapa que Fran sigue siendo un valioso cupo de formación, un pívot que es capaz de marcar diferencias y que en junio tendrá otras opciones sobre la mesa. Fran espera una llamada del club en las próximas semanas. Mientras, su misión es meter al Unicaja en play off.
