Mike Conley fue un gran atleta. Especialista en triple salto, logró la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984 y, después de fracasar en Seúl´88, logró en Barcelona´92 su mayor éxito deportivo: la medalla de oro olímpica. Su salto de 18,17 metros que le llevó a lo más alto de la gloria olímpica fue catalogado como estratosférico aunque se queda muy lejos de lo logrado por su hijo. Mike Conley Jr es ahora mismo, perdón era ayer porque según están las cosas en la NBA ya puede no serlo, el jugador mejor pagado de la Liga. Un gran base que nunca ha jugado un All Star firma un contrato de 153 millones de dólares por 5 años, a razón de 30,6 millones anuales. Todo un sueño y toda una contradicción si tenemos en cuenta que la misma franquicia que le ha hecho millonario quería echarle no hace mucho y que solo la intervención directa de Marc Gasol evitó que dejara Memphis. Es esa locura que lleva a los Lakers a firmar al ruso Mozgov por 16 millones anuales y que mantiene a Stephen Curry en Golden State con un contrato de 12 millones.

La NBA disfruta de su gran contrato de televisión, 21.645 millones de dólares. O lo que es lo mismo, un gran incremento del dinero para pagar a sus jugadores. El límite salarial pasa de los 63 millones de este año, a 84 esta temporada que comienza a la vuelta del verano y una estimación de 110-114 la siguiente. Esto provoca operaciones como el fichaje de Sergio Rodríguez por los Sixers, el peor equipo de la Liga, o de Satoransky por los Wizards. Sin ese dinero Justin Hamilton, Malcolm Delaney, Davis Bertans o Mindaugas Kuzminskas seguirían en Europa. Y es ese dinero el que dibuja un nuevo escenario para fichar en el Viejo Continente. Es hora de olvidarse de grandes nombres y buscar jugadores con talento que puedan explotar y que firmen una alta cláusula de salida, como hizo el Real Madrid con el Chacho, para que sus salidas dejen en el club unas arcas saneadas que permitan volver al mercado con ciertas garantías. No es política de equipo pequeño, es política de equipo listo, porque si el peor equipo de la liga americana puede arrebatar a una de las estrellas de uno de los mejores de Europa es que algo está cambiando. Este año cada uno de los 30 equipos de la NBA tiene 20 millones más para gastar en salarios pero dentro de un año tendrán otros 30 millones más. Un incremento salarial en dos años de 50 millones por equipo.

El Unicaja está inmerso en ese mercado salvaje en que se ha convertido el resto del mundo. Un mercado por cierto global y solo hay que mirar a los preolímpicos para darse cuenta que hay países que han mejorado mucho. Irán ha estado a punto de ganar a México y Francia sufrió de lo lindo para ganar a Filipinas, mientras Canadá ganaba a Turquía. La plantilla está muy avanzada pero falta una pieza importante: el base. Para corroborarlo solo hay que echar un vistazo a los dos últimos años del equipo cajista y ver cómo era el equipo con Granger y como fue el año pasado. Los grandes nombres ya no están, ni estarán en el mercado de Unicaja. Es la hora de apostar y quizás de hacerlo rápido porque una operación que ahora mismo parece un plan B puede ser dentro de unas horas una opción extraordinaria. Suerte... Y sobre todo que firmen la cláusula que las penas con pan son menos penas.