­Gazprom, el gigante del gas mundial, le debía un guiño a la ciudad en la que tiene su sede: San Petersburgo. La macroempresa, el mayor mecenas del deporte ruso, decidió dar un golpe de efecto a su política y entrar en el mundo del baloncesto en 2014, así que adquirió el Tryumph de Lyubertsy de la región de Moscú. Acto seguido, trasladó el equipo a San Petersburgo. Mantuvo su estructura, cuerpo técnico y plantilla, pero en la ciudad de los zares. Así que puso en práctica un plan de expansión y consolidación en el mundo de la canasta, con una inversión que se incrementará año a año, aunque aún lejos de los fuertes desembolsos que realiza en sus otro clubes.

El Zenit de fútbol cuenta con más de 150 millones de euros -tiró la casa por la ventaja fichando a Hulk y Witsel por cifras prohibitivas-, el SKA de hockey con 55 millones y el Zenit Kazán de voleibol con 13. El actual Zenit de básket ya va camino de los 12 y, poco a poco, va calando en la sociedad de San Petersburgo, con tradición de básket. El club heredó la plaza del Tryumph en la Liga VTB y en la Eurocup. Su hogar es el Sibur Arena, con 7.100 asientos, uno de los pabellones más coquetos de Rusia, donde mañana debutará el Unicaja.

El club se mantiene fiel a sus tradiciones y sigue en el banquillo Vasili Karasev, exseleccionador de Rusia, que quiere llevar al Zenit a la Euroliga a través de esta Eurocup. Su escala de fichajes ha ido subiendo escalonadamente. El primer año se reforzó con Walter Hodge, luego contó con el excajista Ryan Toolson y este verano retuvo al escolta americano, además de añadir a su colección al base titular de la selección subcampeona olímpica, Stefan Markovic, y al NBA Serguei Karasev, hijo del entrenador y que continúa siendo baja por una lesión.

Gazprom es el propietario del club y dueño de sus derechos, y sus tentáculos comenzaron a extenderse en el deporte en esta última década. Llamó la atención su salvaje desembarco en el fútbol, de la mano del Zenit San Petersburgo, al gastar 95 millones en los fichajes del brasileño Hulk y del belga Axel Witsel en 2012. Después, creó vínculos con el Chelsea de Roman Abramovich y con el Schalke alemán, en plena negociación como patrocinador principal de la propia UEFA Champions League. Posteriormente llegó también a un acuerdo con el Estrella Roja serbio.

Claro que Gazprom tuvo que rebajar su ingente gasto. Más allá del «Fair Play Financiero», la compañía de gas y petróleo ha vivido duras pugnas con la diversas asociaciones, e incluso el Gobierno de Obama le impuso sanciones tras la crisis de Ucrania. Eso, además de la depreciación del rublo, ha afectado a los negocios de la compañía petrolera, principal productora de gas natural del mundo.

De vuelta al básket, los rublos han llevado a jugadores de primer nivel al equipo. En la pechera de la camiseta ha lucido el nombre del propietario del club -«Gazprom», y ahora ha dado paso a «Nipigas». Se trata de uno de los principales socios de Gazprom, una empresa de logística y suministro de material para la extracción de gas, que ha creado sólidas alianzas con la empresa gasística. Un complejo tejido societario que convierte a Gazprom en el mecenas del deporte ruso y que ya lanza sus tentáculos en el básket.