El artículo que escribió en esta misma página hace 4 días Francis Tomé sobre los padres de los jugadores me pareció genial y muy real. Hoy me permito escribir una segunda parte «apócrifa» esperando que no le moleste, porque todos sabemos que segundas partes nunca fueron buenas o al menos nunca mejores que la primera.

En esto años he convivido con muchos padres de jugadores y he tomado algunas notas de reflexiones que me hacían. El padre de Pau y Marc Gasol, me comentaba: «Pasé muchas horas en el coche pero muy orgulloso, porque veías que ellos lo disfrutaban, se lo pasaban bien, lo hacían en serio, se comprometían€ se lo pasaban bien dentro, jugando y fuera de la pista. El punto fuerte es el baloncesto pero luego fuera de la cancha también compartían diversiones pues de la edad que tenían en aquel momento. Conocimos a las familias de los otros jugadores y teníamos ganas de verlos, de pasar ratos con ellos, de darnos paseos, de ir a comer juntos€». En este aspecto incidía el padre de Fernando San Emeterio: «Era un juego en el que tú participabas con él, te lo pasabas muy bien con el resto de los padres€ en fin, incluso hacíamos un picnic, la excursión de los domingos era para verles jugar a ellos. Todo era muy bonito». El padre de Sergio Llull me decía que «esos primeros pasos son de divertirse, de estudiar mucho y de sacar buenas notas, parece de perogrullo pero son los pasos propios de la vida, cosas básicas». El padre de Sergio Rodríguez apuntaba otra clave. «Él, en ningún momento se ha visto obligado a jugar y eso le ha ayudado a divertirse».

Entre esas conversaciones, la que más me llegó fue la que tuve con el padre de José Manuel Calderón. Viendo una foto del oro de Manheim me dijo: «Me recuerda que no estuve allí». «Lo más importante para su futuro era que tuviera su bachiller y su selectividad, y luego que fuera buena persona, eso es lo más importante. Lo otro son cosas que nunca sabes si van a llegar». «Yo tengo otro hijo que ha tenido las mismas oportunidades pero ha tomado un camino totalmente diferente. Me siento igual de orgulloso de Carlos con una carrera terminada y también buena persona que de José Manuel».

Son las historias de padres cuyos hijos han llegado pero todos tienen un denominador común: Lo importante es divertirse, estar con tus compañeros, no jugar más o menos, no meter canastas, sino relacionarse, los niños con los niños y los padres con los padres. Crear un ambiente donde te alegres tanto por las canastas de tus rivales como de las de tu hijo, porque a estas tempranas edades eso es lo importante. Y sobre todo estar con ellos siempre que podamos, porque si no lo haces lo recordaras toda la vida, aunque no sea por tu culpa.

Yo de pequeño jugaba, muchos de mis compañeros llegaron a la ACB, yo no, pero recuerdo esos años con gran felicidad. Éramos un equipo de amigos, todos iguales, y nuestros padres nos miraban desde la grada junto a los padres del equipo rival. Los partidos eran una fiesta en todos los sentidos. Recuerdo esos partidos como «mis finales de la NBA» porque todos los recuerdos son buenos. Algunos padres deberían pensar hoy qué recuerdos están dejando a sus hijos con su comportamiento en las canchas. Si realmente sus hijos en un futuro se sentirán tan orgullosos del comportamiento de sus padres como yo me siento del comportamiento de los míos.