­El Unicaja se complica ser cabeza de serie en la Copa del Rey. Ya no depende de sí mismo, su irregularidad le impide serlo, sin más. Ayer, los de Plaza volvieron a demostrar y a pagar sus continuos vaivenes ante el Morabanc Andorra, en una cancha donde no se permiten solo dos cuartos buenos para salir victorioso.

Pese a que el cuadro verde lo sabía y llegaba al Principado bien adoctrinado, hizo lo que acostumbra desde que comenzó el curso: jugar bien a ratos e incluso brillar, para después desconectar y dejarse arrollar.

La Copa no peligra -está virtualmente clasificado- pero el Unicaja casi se cierra la puerta, ante un rival directo, de ser favorito en Vitoria y así tener un camino más asequible. No fue así, no dio la talla, perdió y todo apunta a que se las verá con Madrid, Barcelona, Valencia o Baskonia... Casi nada.

Y eso que la salida del Unicaja fue la buena, la que siempre queremos ver en el cuadro de Plaza pero que lamentablemente no siempre vemos. Ayer, en un primer cuarto más que notable, el equipo bajó el culo, acudió a todas las ayudas y sometió en defensa al Morabanc Andorra, que siempre tiró a canasta con oposición o en posiciones complicadas. En ataque, además, con Nedovic sin aparente dolor en el tobillo, el Unicaja producía y poco a poco aumentaba su distancia. Lafayette y Brooks, actores secundarios hasta la fecha en este proyecto, tiraban del carro y el equipo verde encarrilaba un duelo importante.

El segundo acto comenzó de manera similar. El Unicaja contuvo al cuadro local, que salió a igualar la contienda y mantuvo su diferencia con buenos minutos de Brooks y Jamar Smith. Incluso aumentó su renta, que llegó a ser de +15. El Unicaja se apoyaba en su acierto desde el perímetro para aguantar el chaparrón local y se marchó al descanso con un solvente +9 en el marcador.

Pero todo cambió en la reanudación. Una vez más, el Unicaja desconectó o se dejó desconectar por un equipo crecido como local y que te destroza si pestañeas. Walker (18) y Schreiner (19) metieron al público y a los del Principado en el duelo. El Unicaja no sabía por donde les venían y a falta de tres minutos Plaza se acordó de Fogg, inédito hasta entonces, que rápido se entonó para mantener al Unicaja por delante pese a dilapidar toda su renta.

Pero lo peor estaba por llegar. El rendimiento cajista continuó decreciendo y los locales se hicieron cada vez más grandes. Shermadini bailó a Musli, que aportó más bien poco; mientras el austriaco Schreiner y Walker destrozaban las aspiraciones del Unicaja por ser cabeza de serie en la Copa del Rey.

Plaza se acordó de Nedovic, que con dos triples mantuvo la esperanza. El serbio, con seis abajo, se inventó dos canastones e igualó el duelo a falta de tres minutos. Pero el Unicaja, pese a mantenerse vivo en el partido, no supo jugar los minutos finales. Infinidad de pérdidas y malas decisiones decantaron el partido para que el Morabanc continúe invicto en casa y el Unicaja demuestre su constante inconsistencia.