Se me acabó la paciencia. Y me parece que a mucha parte de la afición, también. O el Unicaja ficha un base de forma inmediata o la temporada 2016/2017 está echada a perder. No es el planteamiento catastrofista de un periodista enfadado por un par de malos partidos del equipo, es la situación real a 20 de enero de un Unicaja paupérrimo cada vez que tiene al otro lado de la pista a un rival con un mínimo nivel. Negar esta evidencia, mirar hacia otro lado o esperar a que no sé quién se adapte a estas alturas de la temporada es de necios.

El problema es muy serio. En Los Guindos tienen que poner en la balanza los pros y los contras de la situación actual. El planteamiento es muy claro: gastarse un dinero extra ahora para reconducir la mala planificación deportiva del pasado verano o dejar morir este proyecto y empezar a pensar ya en el de la siguiente temporada. En resumen, primar la economía o poner por delante lo deportivo. Así de claro.

Con la actual plantilla, el Unicaja no está capacitado para competir al más alto nivel. Lo ve un ciego. Falta lo más importante en un equipo de baloncesto: un cerebro. Alguien que sepa cuándo hay que correr y cuándo hay que parar, alguien capacitado para mandar sobre el resto, alguien que pueda presionar hasta el infinito y más allá al base del equipo rival...

Oliver Lafayette ha resultado ser un fiasco. Nada que ver con aquel base del Zalgiris, con el del Valencia, con el del Olympiacos o incluso con el que a cuentagotas mostró su calidad el curso pasado en Milán. Por lo que sea, el americano-croata ahora mismo parece más un exjugador que un baloncestita en activo. Ni dirige ni pasa ni anota ni juega a nada de nada. Es un desastre total. Una rémora. Inexplicable su declive.

El problema de Kyle Fogg, sin embargo, sí es muy sencillo de explicar: Fogg NO ES BASE. Sin más. Una mentira, por muchas veces que la digas, no se convierte en verdad. Pues con Fogg pasa lo mismo. Por mucho que Plaza lo ponga de «1», él seguirá siendo un «2». Hasta que se retire. El americano es un tirador, un killer, un tío que tiene que estar en la esquina esperando el pase de un compañero para levantarse y «enchufarla». A Fogg le cuesta un mundo subir el balón porque NO ES BASE, le cuesta circular la pelota con criterio porque NO ES BASE y le cuesta dirigir a sus compañeros al no estar capacitado para semejante función porque NO ES BASE.

La única luz entre tanta tiniebla es Alberto Díaz. Un tío que se deja la vida en cada jugada, que sí es base -éste sí- y que tiene actitud y aptitud para jugar en este equipo, pero que no puede ser el base de cabecera de un equipo grande. Si el Unicaja quiere ser un club que aspire a títulos, Albertito tiene que ser un jugador importante en la rotación, pero nunca un primer espada. Al menos, por ahora. Además es que no tiene edad ni experiencia ni cobra un sueldo para exigirle semejante rol.

No pretendo meterme a director deportivo o a entrenador -Dios me libre-, pero el perfil de jugador que necesita a día de hoy este equipo está muy claro: Hay que traer un base director, con experiencia, buen pasador y que no necesariamente tiene por qué ser anotador. Con la dinamita que hay en el perímetro de este Unicaja, con Nedovic, Smith, el propio Fogg o Waczynski, el base tiene que hacer de todo, menos meter. Es más, es que no hace falta ni siquiera que tire a canasta. Me explico, que hay que traer un perfil de jugador más parecido a Pepe Sánchez o a Stefan Markovic que a Jayson Granger o Louis Bullock.

A ver qué deciden los que mandan. En sus manos estamos. El presidente, Eduardo García, el secretario técnico, Carlos Jiménez, y el gerente, Ángel Bordes, tienen la última palabra. De ellos tres depende el futuro de este club. La cuestión es muy sencilla. Si quieren el año que viene jugar al más alto nivel continental contra el Maccabi, el Fenerbahce, el CSKA o el Panathinaikos tiene que llegar un refuerzo ¡ya! Si se conforman con jugar contra el Lietkabelis Panevezys, el MZT Skopje Aerodrom o el Buducnost Podgorica, vale de sobra con lo que hay. No hay por qué acudir al mercado.

El club acaba de dar un paso al frente fichando a Alen Omic. Una gran operación que todos debemos aplaudir. Pero de nada valdrá este esfuerzo por mejorar en la pintura si no viene acompañado del fichaje de un base. Es IMPRESCINDIBLE acometer esta operación de manera inminente. Si no, que nadie se lleve a engaño. Con esta plantilla -Omic incluido- el Unicaja no aspirará a nada serio en la Copa del Rey de Vitoria, no avanzará mucho más en Europa, no brillará en el play off de la Liga Endesa y, por supuesto, se quedará sin plaza en la próxima Euroliga. Aquí queda escrito. Me encantaría equivocarme.