Qué tres días de baloncesto nos ha ofrecido la Copa! Todo es sobresaliente. El comportamiento de las aficiones y el colorido que dan a las gradas es, como siempre, maravilloso. El juego que ofrecieron los equipos en la cancha ha sido fantástico, pero es que el espectáculo con que la ACB ha rodeado cada partido también fue de nota. Se han atrevido hasta con actuaciones musicales en mitad de la pista. La producción y retransmisión de los partidos de Movistar TV muestra una enorme diferencia con respecto a lo que nos tenía acostumbrado la televisión pública. Y no hablo de presupuesto e inversión en el evento, que también se nota, sino del cariño y con el respeto con el que tratan el producto. Sin duda que esto es la mejor promoción para el baloncesto ACB.

Me niego a pensar que esta edición se quede como «la Copa del campo atrás». Y no lo digo porque se haya señalado por esa jugada a mi amigo Dani Hierrezuelo. Creo que hay multitud de aspectos que lucen mucho más que ese error. Lo digo porque admiro profundamente a quien diga que se dio cuenta del campo atrás en directo sin verlo repetido en televisión. Prefiero quedarme con la reacción de Peñarroya y sus declaraciones tras la derrota. Aunque supongo que la profesión iría por dentro, dio una lección de deportividad asumiendo que no perdieron por ese error arbitral. ¡Chapó, coach!

Tenemos la suerte de que todavía quede el cuarto día y hoy podamos vivir la gran final. Ayer vimos la final anticipada entre Real Madrid y Baskonia. Pienso así porque son los dos equipos que juegan a una intensidad más alta, propia de Euroleague. Los de Laso ganaron su plaza para el partido de hoy remontando nuevamente y es que parece que nunca están muertos y disfrutan más con la navaja al cuello.

En la otra semifinal, el Barcelona parecía que iba a darle una alegría a Movistar TV dándole la final ansiada seguro por la plataforma televisiva, por aquello de las audiencias. Dominaron la primera parte generando ventajas a través del pick and roll central. Esto les hizo olvidar todos los problemas internos que, desde la distancia y por lo que lee uno en la prensa, parece haber en aquel vestuario. Pero Pedro Martínez ajustó esta laguna defensiva en el descanso y su equipo en la segunda mitad pasó como un ciclón por encima de los azulgranas.

Me alegro mucho de que los banquillos de ambos equipos estén entrenados por entrenadores nacionales y de que tanto Real Madrid como Valencia apuesten por jugadores nacidos y formados aquí. Y además con roles importantes.

Veremos si a los blancos no les pesa las dos prórrogas jugadas en tan poco tiempo y si el Valencia es capaz de igualar el nivel de intensidad del mejor equipo de Europa. Bien es cierto que no están jugando a su mejor nivel y esto es un detalle que puede valer para Valencia para intentar la machada de ganar esta tarde. Si son capaces de defender al nivel de los veinte minutos de la segunda parte tendrán sus opciones.

También es aliciente esta tarde ver a Doncic en acción porque me da que muy pronto se va a marchar a la NBA. Es increíble la madurez con la que juega y el peso específico que tiene en un equipo repleto de estrellas. Ya se atreve hasta a calmar los ánimos a un guerrero curtido en mil batallas como el Chapu Nocioni.

Pero todo no es positivo en la Copa. Me da mucha pena ver tan pocos jugadores españoles en la cancha. Hay demasiados minutos en los partidos en los que no hay ningún español entre los diez jugadores que están en cancha. Que encima tengan un rol importante es algo que quizás solo esté al alcance de Llull. Esto merece una profunda reflexión en la que deben intervenir todos los estamentos responsables.

Lo peor de la Copa del Rey es, sin duda, que a partir de esta noche tendremos que esperar un año para que comience la siguiente edición. Y digo yo, ¿no podría celebrarse una Copa del Rey cada dos meses? ¿O cada tres? No, ¿verdad? Bueno, pues entonces disfrutemos de la final de esta tarde porque será el partido más importante de la ACB hasta que llegue la final de la Copa del Rey de Gran Canaria.