En la columna de hoy me van a permitir una licencia personal. No es día para recordar ningún partido inolvidable, ni tampoco voy a glosar la carrera de ningún mítico jugador. Hoy quiero contarles la historia de Paco García, una pancarta y el viaje que hicimos a Córdoba para verlo en un partido de Liga LEB.

Y se preguntarán... ¿quién es Paco García? Diciembre de 1995. Somos los actuales subcampeones y acudir a Ciudad Jardín era una religión para mi amigo Daniel y para mí. Vivir un partido de Unicaja en su mítico Fondo D podía convertirse en toda una experiencia.

Esa tarde nos visitaba un Estudiantes que, entrenado por un joven Pepu Hernández, siempre traía algún nuevo talento de la prolífica cantera del Ramiro de Maeztu. El conjunto madrileño había subido de las categorías inferiores a Paco García, un base alto dispuesto a aprender al lado de «Conguito» Jennings y Nacho Azofra.

Como solíamos acudir bien temprano, tras el ritual de cortar los papelillos que se lanzaban en la presentación, matábamos el tiempo analizando al rival de turno. Esta vez nos fijamos en el calentamiento del debutante Paco García. Al cabo de un rato, y con la guasa de la juventud, nos pusimos a hacer sonar nuestra inseparable bocina cada vez que sprintaba, hacía sus estiramientos o lanzaba a canasta. Viendo que a Paco no le molestaba, si no más bien lo contrario, durante el transcurso del partido le seguimos haciendo gestos cómplices con la intención que Pepu le sacara a pista. El jugador nos siguió la broma hasta el final del partido, pero lo más curioso es que en las dos temporadas posteriores repetimos idéntico ritual con el buen rollo por bandera.

Marcábamos el calendario en rojo con la visita de Estudiantes y nos daba la impresión que Paco García también lo hacía. Al año siguiente, en octubre de 1996, Pepu Hernández tampoco tuvo a bien hacer debutar en Málaga a nuestro ídolo estudiantil. Afortunadamente, en su tercera temporada en el conjunto colegial (hablamos de enero del 98) Paco García pisó el parquet del eterno Ciudad Jardín, siendo recibido con gran algarabía por nosotros y gran desconcierto por el resto de la afición malagueña. Su aportación testimonial (poco menos de 4 minutos) le hizo ganarse nuestra cerrada y calurosa ovación al final del encuentro a la que nos correspondió con un afectuoso saludo desde el túnel de vestuarios.

En el verano de 1998, Paco García fichó por CB Cáceres buscando más oportunidades, con tal mala suerte que fue cortado a mitad de temporada y tuvo que buscarse la vida en la Liga LEB. En la temporada 99/00, Paco García recaló en el Recreativos Orenes Murcia, donde bajo las órdenes de Manolo Flores, tomaría el timón del equipo como base titular.

Y ese fue el detonante para que nos propusiéramos una de las mayores locuras que hemos hecho relacionadas con el mundo del baloncesto: ir a ver un partido de Paco García a Córdoba. No podíamos dejar la oportunidad de volver a ver a nuestro ídolo en una cancha. Convencimos a nuestras novias (grandes aficionadas al Unicaja pero no tanto a Paco García) de las bondades de pasar un fin de semana en la ciudad califal y allí nos fuimos. Lo organizamos todo y el viernes 29 de octubre llegamos al Pabellón de Vista Alegre dispuestos a volver a ver a Paco.

Llegamos con tiempo suficiente y buscamos la mejor ubicación posible, detrás del banquillo visitante. Nervios e ilusión, se acercaba el inicio del partido. Era el momento de sacar la pancarta gigante que habíamos hecho en casa: PEÑA MALAGUEÑA PACO GARCÍA.

Desplegamos la pancarta durante la presentación del equipo murciano y le brindamos una cerrada ovación a un asombrado Paco García, casi más que la afición cordobesa. De vuelta al banquillo se acercó corriendo a nuestra localidad para darnos un abrazo y, para nuestra sorpresa, entregarnos una caja de tres botellas de vino que el conjunto local le había regalado.

Durante los cuarenta minutos del partido, lo dimos todo animando a Paco. Fue un partido muy igualado, decidido en los minutos finales para el Cajasur. Paco García, que lideró a su equipo con 15 puntos y 5 rebotes, regresó a la grada para despedirse muy agradecido a su «Peña malagueña» por el apoyo y la inesperada visita.

Dieciocho años han pasado desde esta historia. La tecnología me ha permitido volver a contactar con Paco, quien a través de Twitter se sorprendía y alegraba al recordar esta simpática historia, desde sus calentamientos de Ciudad Jardín hasta la expedición malagueña en Córdoba para verle y animarle. Lástima que en aquella época analógica no pudimos hacernos el selfie e inmortalizar el momento con la pancarta de la «Peña malagueña Paco García». Así de grande y hermoso puede ser el Baloncesto.

@OrientaGaona