La palabra «clásico» proviene del adjetivo latino «classicus». Esta palabra designaba en Roma a la clase o estamento social de mayor riqueza. Más tarde se comenzó a utilizar en sentido figurado como «modélico» o «de primera clase». En nuestra época esta palabra adecuada al deporte se refiere a un enfrentamiento entre equipos con una notable rivalidad deportiva. Y aunque el significado final poco tiene que ver con el inicial, si podemos afirmar que el Unicaja-Valencia Basket se ha convertido en todo un clásico del baloncesto español.

Malagueños y valencianos tienen además muchas cosas en común. Con una sólida base económica detrás, los dos pelean en desventaja económica ante Real Madrid y Barcelona, y no entienden por qué el Baskonia es siempre el elegido por delante de ellos para jugar la Euroliga. Ambos tienen proyectos consolidados en el tiempo y capitaneados por dos técnicos españoles de prestigio, Pedro Martínez y Joan Plaza, y para conseguir sobrevivir necesitan jugar la Euroliga. Una competición en la que el año próximo estará seguro uno de ellos, aunque podrían estar los dos. Estos condicionantes provocan que cualquier duelo entre ellos, aunque sea en una semifinal de la Liga Endesa, pueda ser una gran final.

La historia reciente de ambos clubes da una ligera ventaja a los «taronja». No en vano, el equipo de Pedro Martínez ha ganado los últimos cinco duelos directos entre ambos, los dos del play off de la temporada pasada, los dos de este año en el Top 16 de la Eurocup y el último de la Liga. Una estadística que, vista desde Málaga, se ve con cierto recelo y pesimismo; y que vista desde Valencia, también, porque se piensa que no se puede ganar siempre y que la estadística está en su contra. Por si fuera poco a los tres partidos de la final europea se suma un aperitivo en forma de partido de Liga este fin de semana. Un partido en el que puede pasar cualquier cosa porque todos tenemos claro que la vida comienza el martes. El equipo que levante la Eurocup habrá cubierto todos sus objetivos de la temporada a 5 de abril, con un título europeo y una clasificación para la Euroliga.

El equipo de Joan Plaza, no sabemos si por la barba o no, llega en un gran momento a pesar de la importante baja de Dejan Musli. Una ausencia que se equilibra con las bajas de Diot y Kravtsov, y la precipitada vuelta de Vives en el Valencia. Es una final sin pronóstico entre dos equipos que ya debían haber jugado este año la Euroliga y que sólo el juego de poder entre países y el poder económico de algunas televisiones ha evitado su presencia. Ahora están ante la primera gran oportunidad. La segunda, con permiso del resto de equipos de la Liga Endesa, llegará en mayo. Suerte.